Lo que vemos a través de los medios de comunicación como esta enfermedad ha sido un hecho que ha cambiado radicalmente la vida y la manera de enfocar muchas veces con situaciones que se esconden con personajes entre comillas importantes pero que solo se muestran para lograr un dividendo político, claro que hay otros que son los verdaderos especialistas médicos o personal que realmente están viviendo en primera persona esta pandemia, son situaciones o hechos que nos deben invitar a reflexionar.
No quiero referirme a ninguno en especial, sino mirarnos nosotros mismos y ver qué nos dejamos llevar por impulsos o por sensibilidades que afloran rápidamente desde nuestras mentes; pero pareciera que nos dejáramos llevar por la inmediatez o por lo que señalan otros.
Esto más que nunca debería servirnos para mirar atentamente y descubrir: ¿Qué estoy haciendo para enfrentar de mejor manera esta enfermedad? ¿Qué hacemos por dar una mejor calidad de vida? ¿Cómo colocamos nuestros talentos al servicio del otro? ¿Cómo nos hacemos escuchar ante tanta indiferencia? ¿Cómo nos sensibilizamos ante el dolor del hermano? ¿Cómo llegamos con la ayuda necesaria a tanta gente necesitada?
Podrían ser muchas más las preguntas, pero lo fundamental es mirar nuestra vida, hacia donde estamos orientados, cuáles son nuestras prioridades, satisfacernos, lograr más bienestar o dejarnos llevar por el consumismo, olvidando que nuestra primera mirada debe ser hacia nuestro interior, buscar si realmente somos felices con la vida; o solo estamos proyectando la vida, como algo sin valor, porque no somos autómatas, que avanzamos sin sentido, sino que cada uno(a) tiene una razón para vivir o algún proyecto de vida.
Ser persona hoy en día requiere de una capacidad de tolerancia, poder junto a otros avanzar y lograr objetivos o alcanzar metas, buscando la felicidad en climas que favorezcan el encuentro, el entendimiento, el respeto y sobretodo la cercanía, el sentirse o hacer sentirse al otro amado; ¡puchas! que cuesta dar estos pasos, porque requieren una entrega, un darse, un donarse, pero de sobremanera comprender que ante tanta adversidad que hoy ha salido a flote porque era algo que estaba escondido o lo tapábamos con cifras económicas que nos daban entender que estaba este país sobre mucho otros e incluso teníamos la osadía de criticar a otros países.
Conocer a Jesús requiere todo un proceso de conversión, porque ir comprendiendo sus enseñanzas, va desnudando todas nuestras debilidades ante tantas situaciones que muchas veces cada uno coloca como prioridades; y vamos desmenuzando estas enseñanzas acomodándolas para nuestro propio beneficio y satisfacción, nos olvidamos que todo lo que gira en torno a él, es cambiar esquemas, estar más atentos a los demás, anunciar con hechos concretos en nuestra vida, los cambios que cada día vamos desarrollando, no solo para nuestro crecimiento, sino el crecimiento de otros.
En este mundo que vivimos donde todo se globaliza y se transforma en números para mostrar que se avanza, pero este avance es solo para algunos, pero para la gran mayoría sigue lejana o se aleja cada vez más de estos equilibrios, que se muestran. En nuestro país hay una mayor exclusión social, exclusión laboral, exclusión institucional ya que los pobres quedan al margen de instituciones privadas, teniendo que recurrir a instituciones de beneficencia, aislamiento social, exclusión cultural, exclusión territorial generada por la segregación de personas pobres en barrios marginados, aislados y sin acceso a centros educacionales, recreativos de calidad.
Debemos como sociedad preocuparnos por tanta brecha que hay entre ricos y pobres y buscar fórmulas sobretodo hoy en que vemos gente que están quedando sin trabajo, empresas que están cerrando y a otros trabajadores se le está recortando su sueldo al 50%, y la mayoría que se ha acogido a este seguro de cesantía que es por tres meses en que lo que se les paga va en descenso. Y cuando se vuelva a la normalidad ¿qué va a pasar con esas personas y empresas?
Creo que como país no vamos a estar preparados para asumir estas desigualdades ya que aquí se va tener que dejar la soberbia de lado. Hablo del gobierno y los políticos, dejar de hacer apología con discursos que luego se desmienten o con leyes que siempre esconden la letra chica y vemos que lo prometido no era como se habló, es una burla para las personas que están viviendo situaciones extremas y que en este tiempo más vulnerables estarán y más pobreza habrá; no escondamos estas realidades ante nuestros ojos, sino más bien aportemos desde donde estamos insertos, comunidades, colegios, como cristianos parte integrante de un país que nos hacían ver que habíamos dejado atrás la pobreza en lo económico, pero olvidando el costo que esto trae consigo, dignifiquemos a las personas no con lo que sobra o lo que no sirve, sino más bien colocándola en el sitio preferencial de toda búsqueda de igualdad.
El Padre Hurtado en su vida lucha por la justicia, no se olvida del pobre concreto, ese que encontramos en cada lugar, tirado en una calle o ese que está carente de los alimentos y remedios necesarios, de los ancianos y niños que deambulan por nuestras calles, esos que no pueden esperar que cambien las estructuras, el pobre es Cristo, reinvirtamos con nuestra ayuda y construyamos puentes de solidaridad. Si cada uno(a) aportara un grano de arena, o gotas de amor solidario en construir el Reino de Dios, hoy aquí y ahora, encontrando en esos rostros tan desesperanzados, el rostro de Jesucristo, nos haríamos la siguiente pregunta ¿Qué haría Cristo en mi lugar?
Si queremos tomar conciencia y mostrar al mundo, como un signo sensible, que el amor, el amor al Cristo, es lo único que puede salvarlo, sólo entonces podremos, cuando antes lo hayamos reconocido y amado en el pobre. Pero para esto hay que vivir como peregrinos no comprometidos con las riquezas, hay que tratarlo con justicia y caridad, hay que recuperar la amistad con el pobre. Y esto, como la fe, sólo se recibe de rodillas.
Vuelvo a la pregunta inicial ¿Qué nos está pasando? Estamos siendo arrastrados por la insensibilidad, por el abandono o cerrando nuestros ojos ante estas realidades o por mezquinos intereses, pensando sólo en nuestra felicidad o nuestro bienestar.
Jesucristo debe ser el centro de nuestra vida y ser realmente cristianos(as) solidarios(as) con los que hoy día son nuestros hermanos más sufrientes, los más pobres e indefensos.
Hugo Ramírez Cordova.