Depende únicamente de nosotros poder, a través del respeto, construir un nuevo Chile en el que nuestros hijos, hijas, nietos y nietas, puedan sentirse plenos, dichosos, felices y orgullosos de lo que millones hicieron antes.
Una fecha sensible para Chile, hace 47 años atrás se quebró completamente la institucionalidad del país, tras el Golpe de Estado perpetrado por la extinta Junta de Gobierno, liderada por el genocida Augusto Pinochet, al gobierno democrático del presidente Salvador Allende, por diferencias, errores y lamentables situaciones que los actores de aquel tiempo no fueron capaces de solucionar a través del diálogo, la colaboración, la tolerancia y, sobre todo, por el amor que le debemos a Chile y su gente.
Esto no nos debe ser nunca indiferente, ya que por más diferencias que existan entre los ciudadanos de nuestro país, siempre debe primar un mínimo ético que nos permita vivir en paz y construir el bien común, para dar respuestas a quienes, más lo necesitan.
Hoy, pienso que nuevamente estamos en un momento crucial de la historia, así como lo fue el 11 de septiembre del año 1973, o el 5 de octubre del año 1988, este 25 de octubre escribiremos una nueva página en los anales de la historia de Chile, dando por primera vez el paso a construir una Constitución Política de la República en democracia y libertad.
Por ello, es que resulta extremadamente importante, recordar y aprender de la historia, precisamente, para no cometer los mismos errores que en el pasado quebraron la institucionalidad y nuestro sistema constitucional.
Aprender de aquellos grandes personajes del ayer, que lograron poner los intereses de Chile por delante y terminar con la dictadura militar, es el ejemplo que hoy quienes creemos en la construcción de un país realmente justo, debemos seguir. Me refiero a Eduardo Frei Montalva, asesinado por la dictadura, Gabriel Valdés, Patricio Aylwin, Clodomiro Almeyda, Carlos Briones, Aniceto Rodríguez, Enrique Silva Cima, Ricardo Lagos, Armando Jaramillo, entre muchos otros, son el claro recuerdo de que si podemos ponernos de acuerdo y generarnos una nueva oportunidad.
Hablar de equidad, justicia social, igualdad, verdad, tolerancia, fraternidad, para algunos puede sonar algo cliché, a frases repetidas o incluso, discursos desgastados de un sector que aún vive un romanticismo añejo. Claramente para mí no lo es, sobre todo cuando la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas dijimos, ya basta. Basta de abusos e injusticias.
Hoy el reconocimiento constitucional de nuevos derechos sociales es prioritario, robustecer el Estado para dar respuestas satisfactorias en salud, educación, seguridad social, vivienda, servicios básicos, etc., son elementos a considerar en una nueva etapa que Chile debe vivir. El reconocimiento del agua como un bien público y prioritario para la subsistencia humana, el reconocimiento de nuestros pueblos originarios, el respeto a la diversidad, la igualdad de género, el derecho real a vivir en un medio ambiente limpio y sustentable, el acceso al trabajo, son algunas de las grandes demandas de este nuevo momento.
La participación en este nuevo momento de la historia es clave y quienes somos parte de esta generación y vivimos en lugares como nuestro querido Ovalle, también debemos sentirnos llamados a ser actrices y actores relevantes de este proceso de cambio que partió el 18 de octubre pasado. No debemos olvidar que, en masa, una inmensa mayoría de quienes vivimos en esta Provincia, marchamos para conseguir vivir en un país que realmente nos proteja y nos ayude.
Es de esperar que, lo que hace muchos años atrás señaló aquel poeta español George Santayana lo podamos atesorar y replicar todos con gran convicción » Aquellos que no pueden recordar el pasado, están condenados a repetirlo».
Depende únicamente de nosotros poder, a través del respeto, construir un nuevo Chile en el que nuestros hijos, hijas, nietos y nietas, puedan sentirse plenos, dichosos, felices y orgullosos de lo que millones hicieron antes.
Por Wladimir Pleticosic Orellana
Docente y ex Gobernador de Limarí