El voto a favor de mantener “las aguas del minero” como facultad de uso para quienes las encuentren en sus labores, por parte del diputado PPD Insunza, y la postura de la senadora Muñoz, también PPD, (diario El Día, 12 de abril) de que dicha medida debe ser revisada con el objeto de que sea el estado quien determine la prioridad en el uso del recurso, devela dos problemas que son urgentes de reparar por la clase política regional en particular y por la ciudadanía en general.
Y no tiene que ver con los derechos, sino con las responsabilidades.
1.- El problema político
La responsabilidad y deber primario de los parlamentarios es representar fielmente los intereses de quienes lo eligieron. Por su parte, la responsabilidad de los partidos políticos no termina con la presentación de los candidatos, sino que su papel es avalar y garantizar que los futuros honorables lucharán por los intereses de quienes les honren con su voto y su confianza. Lo que se espera, entonces, es que cuando llegue el caso, el elegido obre en consecuencia y vote en defensa de los intereses de quienes confiaron en él.
El problema planteado, que no es particular para el partido ni para los parlamentarios mencionados sino más bien es el reflejo de la manera en que hoy se hace política, dice relación con la ausencia de una postura común que haya sido GENERADA EN LAS BASES por los propios interesados. En un escenario consciente de responsabilidad social, un problema de VITAL IMPORTANCIA como lo es el uso y destino de las aguas, debe ser DEBATIDO en una convocatoria amplia, participativa, informada y democrática Para el caso mencionado, en las conclusiones debería estar la visión de los consumidores de agua potable, los usuarios de las APR, agricultores, comuneros, mineros, industriales, etc.
Una postura surgida de las bases legitima el voto parlamentario, da tranquilidad al partido político que lo avala y lo más importante, devuelve la confianza al electorado.
Desgraciadamente lo comentado es una práctica común a los partidos de todas las tendencias, que han abandonado el debate centrado en la búsqueda de soluciones a los problemas de la comunidad por otros, de escasa participación y cuyo interés predominante es alcanzar el poder…por el poder.
2.- El problema del uso y el destino de las aguas
De la sequía que nos afecta debemos sacar lecciones. Resulta increíble que como país todavía no tengamos claridad legislativa con respecto al uso y destino del recurso más vital para la humanidad. Al parecer es un tema denso. El ejemplo mencionado arriba nos revela esa realidad. Si no existe claridad con respecto al destino de las aguas a nivel de legisladores, no le podemos pedir mayor responsabilidad al usuario que por naturaleza es negligente, descuidado y desinformado, que usa el agua para regar el pasto en horas de mayor calor y lava sus vehículos con agua que le ha sido llevada, después de enormes esfuerzos, en camiones aljibes.
La comunidad científica ya ha dado el informe en relación a que el cambio climático se ESTA VIVIENDO, lo que se traduce que, en algunos años más, el clima de nuestra región será como el de la región de Atacama. Oficialmente, tendremos menos lluvias. A eso hay que agregar que las pérdidas por evotranspiración también, según el informe, están aumentando. Eso por un lado.
Por el otro, la población aumenta, la demanda por alimentos emanados de la agricultura aumenta, la demanda producida por la minería aumenta, los industriales demandan más agua.
Resumen. La demanda por agua supera y superará aún más a la oferta.
El tema debe enfrentarse adecuadamente y ello pasa por una legislación que regule el uso del recurso y represente el interés de TODOS los demandantes sin dejar damnificados en el medio. Para ellos los interesados deben ceder algo de sus intereses en beneficios de los demás. Y eso es POLITICA.
Todo lo anterior en un marco legislativo actual donde, como dijo percibirlo una dirigente agrícola, hasta las nubes que aparecen en el horizonte ya vienen con nombre y apellido.
En lo personal me adscribo a la postura de la senadora por considerar que un recurso tan limitado para el futuro no debe ser manejado por las leyes del mercado sino que debe ser regulado por el estado.
Preparémonos, desde la base al parlamento, porque, como dijo el más grande, “si estáis preparados no temeréis.
Héctor Alfaro Jeraldo