Al recordar escenas que me remontan a mi infancia afloran tantos recuerdos, tantas emociones que hacen imborrable lo vivido que son situaciones tan íntimas que al pasar los años se hacen tan presentes en los pensamientos y así también el de nuestra vida como padre o madre, en los cuales vemos reflejado toda nuestra esperanza en el futuro que tendrá algún día nuestro hijo o hija.
Son sentimientos muchas veces encontrados, por los cuales en la vida se va construyendo, donde cada uno es el gestor hacia el porvenir, pero también el deseo de entregar lo mejor, a veces a costa de mucho sacrificio; pero que bien nos vamos sintiendo, cuando encontramos respuesta a este esfuerzo.
Es bueno pensar que cada persona tiene sus propias capacidades y cualidades, a veces no concuerdan con las nuestras, pero cada persona es una individualidad única, no somos clones o seres iguales que vamos a tener un pensar, un deseo, igual. Dios es tan generoso con cada ser, que nos deja en la libertad para encontrar respuestas para ser mejores personas, o algunos nos desviamos de los caminos rectos, pero al igual que la parábola del Padre Misericordioso, nos espera con los brazos abiertos para volvernos a colocar en el verdadero camino, dejando atrás todo lo malo, sabiéndonos levantar para volver a caminar.
Que bien nos hace detenernos para poder saber hacia donde voy, y ver como hasta el día de hoy, estoy gozando de ver crecer a los hijos, y como ellos van avanzando hacia un mejor porvenir, donde muchas veces tropezaran, pero al igual que el Padre Misericordioso, tendremos los brazos abiertos para acogerlos y de nuevo acompañarlos para que emprendan el vuelo hacia su destino.
Pero también pienso en personas que viven dolores tan fuertes, como es la separación de un ser querido y nos pone en situaciones límites, como la muerte. Donde no se comprende y se revela contra Dios por no encontrar respuestas a lo que se vive en esos momentos ya que pensamos tener siempre a nuestro lado a las personas amadas pero es ahí donde necesitamos más entender; ya que cada uno tiene un tiempo en la vida para realizar su proyecto y muchas veces nos desgastamos en situaciones que nos alejan de lo verdadero hay tanto que aprender si basta con detenernos y ver lo que está sucediendo hoy con nuestra vida, llego una enfermedad llamada Covid19 que nos cambió todo nuestro existir donde esa superioridad que pensábamos tener quedo disminuida a la nada.
Nuestra esperanza de fe esta en Dios misericordioso que le dé la sabiduría para encontrar respuesta a este mal que tantas vidas se ha llevado; tantas personas que lo han adquirido y han estado hospitalizadas se sanen.
Hay que darse el tiempo para amar, para valorar lo que se ha construido y confiar que en este tiempo hemos sido capaces de sentir esa mano amiga, esa palabra sincera, esa confianza en el otro, ese aporte solidario, esa esperanza en el ser humano que ha tendido puentes para estar con el que sufre, es en la adversidad donde se aprende a respetar la vida que se entrega gratuitamente para construir este Reino de Dios.
Hugo Ramírez Cordova.
