InicioOpiniónOpinión¿Antes o después del Eclipse?

¿Antes o después del Eclipse?

La Gorda, mi esposa, es una de las que resultó decepcionada con el Eclipse de sol del martes 2 de julio. Según ella fue un fiasco y nadie ha logrado sacarla de ahí.

Aunque habían dicho que en Ovalle solo habría un 99,85 % de oscurecimiento del sol, ella esperaba que la oscuridad de la tarde sería superior, pero no fue así.

“Pero Gorda, es que la luz solar es tan intensa que ese ½ por ciento era suficiente para entregar esa iluminación”, le expliqué, pero no hubo caso.

Le dije además que lo realmente importante y hermoso fue el observar con los lentes oscuros el proceso de como la luna de manera gradual se iba superponiendo al sol hasta oscurecerlo (al menos en Ovalle) casi por completo. Al menos a mi eso me encogió el corazón y es algo que no olvidaré fácilmente.

Tampoco mis nietas de 3 y 4 años – la Lobita y la Gusanita  lo olvidarán.

Además de ver el eclipse en directo, cuando me pidieron una explicación de porqué ocurría el fenómeno, ya en la casa recurrí a una naranja (la Tierra), un lúcuma (la Luna) y la lámpara del teléfono celular para mostrarles como se iba produciendo paso a paso el Eclipse.

Tuvo tanto éxito la demostración que tuve que repetirla cuatro veces.

“Otra vez, tata, otra vez”, decían entusiasmadas.

«¡Por favoooor!!»

Hasta que me comí la Luna y se acabó la muestra.

Otro que no estaba contento con el tema era mi compadre Ramón, que estaba arrendando una habitación, con balcón y todo, para personas que quisieran venir a la zona a ver el fenómeno astronómico. El estaba seguro que se forraría en dólares, euros o no sé qué, por esos tres días.

“Pero nos engañaron, compadre, no vino nadie a la ciudad. Nos estuvieron engrupiendo que llegaría una avalancha de gringos norteamericanos, polacos, italianos, chinos, japoneses… ¡Pero nada!” , se lamentaba.

Que los hoteles, las calles de la ciudad estarían congestionados con turistas. Los restaurantes abarrotados de visitantes, que el Mercado Municipal, la Feria Libre…

Y ahí se quedó el pobre compadre con su habitación preparada y el aviso en tres idiomas en un diario de Santiago.

Lo cierto es que no obstante estas decepciones – de la Gorda y de mi compadre – el Eclipse quedó desde entonces como un hito en la historia familiar.

“Mario … te acuerdas cuando compramos la lavadora nueva… ¿fue antes o después del eclipse?”, pregunta la Gorda.

“No hija, fue antes del Eclipse”.

O bien , “No te has lustrado esos zapatos desde antes del eclipse!!”

“Parece que el gas se va a acabar… ¿lo compramos antes o después del Eclipse? ¿Te acuerdas?”.

“Los profesores están en paro de antes del Eclipse, ah?”

Y así.

Mis nietas en tanto siguen entusiasmadas con el tema:

“Tata… ¡cuando va a haber otro eclipse, ah?”, preguntan.

“En cincuenta años mas, niñas”.

“¿Y nos vas a llevar a verlo también, ah”

Lo pienso unos momentos:

“Si, hijas, por supuesto… las voy a llevar también”, digo finalmente.

La Gorda me mira a la distancia, y sabe que tengo húmedos los ojos.

“Si, hijas, por supuesto”, repito para mí.

Porque hay que ser optimista ¿no?

Mario Banic Illanes

Escritor

OvalleHoy.cl