Como dije en las bitácoras anteriores, ser bibliomovilero requiere de ciertas características: algunas de ellas tienen que ver con la cercanía y capacidad de escuchar.
Hace unos días, fui entrevistado y expliqué que los servicios bibliotecarios móviles eran el equivalente a un almacén de barrio. Y las bibliotecas grandes serían un símil de los supermercados. Quizás el almacén de barrio no posea la cantidad de productos del supermercado, pero si una cualidad especial: La cercanía y el conocer a los clientes.
Y siguiendo en la reflexión anterior, conocer al cliente (en este caso lectores) es saber de sus familias, de sus problemas. Ser a veces esa persona que escucha, cual sacerdote o psicólogo, los problemas y atribulaciones de ellos. En ocasiones, ni siquiera son lectores asiduos. A veces son personas que consultan por primera vez un libro y uno se detiene a preguntar con simpleza para qué lo necesita. Y ahí ocurre la magia, y comienzan a contar sus historias. En estos casi 16 años de servicio. He escuchado varias historias. Algunas tristes y otras sorprendentes.
Una vez se subió un señor, y consultó por libros relacionados con la dictadura militar chilena. Le ofrecí varios. Y tras la pregunta de rigor del para qué lo necesita. Aclaró que había sido víctima de torturas en el norte cuando trabajaba en una empresa del estado. Me detalló una serie de situaciones terribles. Que me hacían preguntar como este hombre frente a mi tuvo esa tremenda capacidad de resiliencia.
En otras ocasiones son madres que han perdido hijos, y que buscan en el libro de Susana Roccatagliata, “Un hijo no puede morir”. Ese método para sanar sus heridas.
Pero no todo es tristeza, también hay usuarios curiosos. Más bien con nombres curiosos. En Guanaqueros (cuando se atendía esa zona) creo que conocí por lejos la combinación de apellidos más llamativa. Se trataba de un señor de apellidos Pinochet Ugarte. Cuando se acercó para inscribirse casi no lo podía creer. Solicité su carnet como a cualquier persona que quiera registrarse. No podía dar crédito a lo que veían mis ojos. Su combinación de apellidos era sorprendente. Lo registré y resultó ser un muy buen lector.
Con el pasar de los meses se transformó en lejos uno de los mejores lectores de Guanaqueros. Tipo bonachón simpático, llevaba hasta 5 libros y cumplía sagradamente con las devoluciones. Ya más en confianza me atreví a consultar si era familiar del extinto general. Me dijo que no, pero que esa combinación de apellidos le había traído muchísimos problemas. Que incluso lo habían contactado medios de comunicación internacionales cuando explotó el caso Riggs. Le solicité una entrevista y accedió. En esa entrevista que se publicó hace muchos años en un diario provincial, contaba las peripecias de su combinación de apellidos. Pero eso no es todo, en su segundo nombre llevaba el de Pétain. Que coincide con el apellido de un ex Presidente Francés (Philippe Pétain) en la década de los 40 y ex general simpatizante con la ideología nazi y que posteriormente fue condenado a cadena perpetua.
Y así se suceden un sinnúmero de nombres curiosos y situaciones agradables y desagradables en esta misión de ir por los caminos de la lectura. Conociendo en profundidad el territorio y la geografía humana de nuestra región y querida provincia del Limarí. Seguimos en ruta a bordo de Dibamóvil Ovalle.
Rodrigo Araya Elorza