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Bitácora de un bibliomóvil: Fragilidad bibliobusera

Siguiendo en este recuento de nuestros 20 años de servicio del Dibamóvil, quisiera agradecer a todos los lectores y amigos que han hecho posible que este humilde bibliomóvil haya llegado a este punto en que tras 2 décadas aún puede decir que continúa sirviendo.

Quizás haya mucho por hacer, muchos lugares que hemos debido abandonar y otros tantos en los que debiéramos estar. Pero lo cierto es que no ha sido sencillo sobretodo en estos últimos años el mantener algunos puntos maravillosos y que sabemos requieren de nuestra tarea. Confiamos en que esta situación se pueda revertir por el bien de estas comunidades. Y por otra parte, agradecer profundamente las muestras de afecto y cariño que hemos recibido pues eso demuestra que definitivamente estas dos décadas no han sido en vano. Y nos hemos convertido en un pequeño hito cultural apreciado por la bella e inmensa provincia del Limarí.

Pero viendo las cosas en perspectiva, muchas veces nos damos cuenta que somos frágiles y que debemos ser cuidadosos para seguir abriendo caminos a la cultura.

Lo cierto es que la tarea de un bibliomóvil en Chile y el extranjero siempre es frágil, a pesar de que como dice Roberto Soto, presidente de la Asociación de Bibliobuses de España: “los bibliobuses hacen tanto por tan poco”.

La historia de los bibliomóviles chilenos no escapa a esta fragilidad. Es más la primera biblioteca móvil impulsada por motor en Chile por allá por 1968 y guiada por Elvira Maldini y su conductor Eduardo Quintana en la Universidad de Chile, desapareció tras 28 años de servicios sólo porque a juicio de la institución ya no eran necesario, a pesar de tener una funcionalidad maravillosa y con 2 vehículos en atenciones tanto dentro del establecimiento como fuera de sus muros. Hoy afortunadamente su ejemplo y trayectoria no han desaparecido. No podemos decir lo mismo de quienes tomaron aquella decisión.

En otro continente pero sin ir tan atrás en el tiempo, en México. Esta semana nos hemos enterado con triste sorpresa que el bello proyecto de “Bibliobus de arte” coordinado por nuestra colega Citlali López, de la fundación Alumnos e invitada de honor al último Encuentro de Bibliomóviles de Chile, fue cerrado junto con la fundación que los sostenía. Entonces, vale la pena cuestionarse si efectivamente las autoridades o sostenedores toman en consideración el impacto que estos simples vehículos hacen en las comunidades que sirven. Reitero “haciendo tanto por tan poco”, como dice Soto.

Bibliobus de Mexico

Volviendo a Chile. Afortunadamente nuestro país hoy vive una época dorada de los bibliomóviles y año a año se crean más servicios de este tipo. Respondiendo a las características geográficas que posee nuestro país, porque por cuestión de costos es mucho más barato crear un móvil que una biblioteca. Nuevamente “haciendo tanto por tan poco”.
Pero también hay malos ejemplos. En medio de esta “moda” de crear bibliomóviles los municipios y otras instituciones han cometido errores. El principal es que no se comprende que la continuidad de estos servicios es vital. En primer lugar porque si ya se ha creado la necesidad en esas comunidades luego no se puede quitar tan sencillamente y muchos de ellos dejan de usar los bibliomóviles para lo que fueron concebidos y los usan para cualquier otro fin. En la zona centro y sur hay variados ejemplos de esta triste situación.

Y hay ejemplos peores al anterior y en nuestra propia provincia del Limarí. Desde hace un par de años supe con alegría que una comuna había ganado un fondo importante para crear un bibliomóvil. Pasaron los meses y hasta un año, y no se adquiría la máquina que venía a solucionar el grave problema de acceso a la biblioteca de una comuna muy dispersa geográficamente. Hasta que se adquiere el vehículo y hoy lamentablemente ese móvil se utiliza para trasladar personal, de unidades varias, OMIL, Departamento de Obras, etc. Y lo peor, desde su adquisición jamás se ha usado como biblioteca móvil. Función para la que fue adquirido e ideado. Entonces, valoramos realmente el objetivo de una biblioteca o esa administración tal vez prefiere que sus habitantes no puedan tener acceso a la lectura. Entonces ¿Por qué una ambulancia no es usada como vehículo de carga? ¿Una clínica dental móvil es usada para trasladar personas. Es menos importante una biblioteca móvil?

Siento que los bibliomóviles requieren de ser mantenidos y creados a destajo sobretodo en regiones dispersas geográficamente y con altas tasas de ruralidad. Pues si se considera el gasto que genera mantener un bibliomóvil con profesionales adecuados para su ejecución no es ni la mitad del gasto que significaría crear la cantidad de bibliotecas que requiere esa geografía. A menos claro, que el derecho a la lectura y a la educación. Conceptos tan manoseados hoy en día en discursos acalorados de protestas no sean relevantes y se prefiera una comunidad sin derecho a ellos. Justamente, el remedio a tantos males como la violencia, la falta de solidaridad y la falta de humanidad que vemos hoy en los noticieros.

Espero y confío que el uso y existencia de los bibliomóviles en los próximos años continúe en la senda que hoy ya tiene. Con más de 60 servicios funcionando con entusiasmo en todo Chile pero no hay que perder el norte y las autoridades deben de protegerlos pues su tarea es vital en un país tan bello y disperso como el nuestro que requiere con urgencia revertir las pésimas cifras de comprensión lectora tanto en niños como en adultos.

Rodrigo Araya Elorza

 

OvalleHoy.cl