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Carta al Director: ¿Qué pasa con la cultura?

Ovalle se ha destacado por impulsar un programa cultural con presupuesto y equipo humano asociado, no obstante su acción ha perpetuado una lógica eventista y asistencialista.

En Chile, por años la gestión cultural municipal se ha caracterizado por su precariedad y escasa profesionalización, en un contexto en donde “lo cultural” como pilar de desarrollo territorial, no ha cobrado gran interés para las autoridades, quienes de manera constante desplazan las necesidades de este sector a los últimos escalafones de las prioridades públicas.

Ya en el año 2013, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, a través de su “agenda municipal” del programa Red Cultura, establecía como metas para todas las comunas de Chile al año 2016 el contar con:
a) un 2% del presupuesto municipal destinado a cultura,
b) un encargado de cultura capacitado y,
c) un plan de cultural integrado en el PLADECO, metas que en la provincia del Limarí no han sido cumplidas por todos los municipios, situación que se vivencia además en diversas comunas de la región y el país.

En este ámbito, la comuna de Ovalle se ha destacado estos últimos años por impulsar un programa cultural con presupuesto asociado y equipo humano para la ejecución de sus iniciativas, destacando frente a sus pares. Asimismo, la municipalidad de Ovalle ha podido impulsar el desarrollo de sus espacios culturales, como el Teatro Municipal de Ovalle, el cual se ha convertido en un importante referente a nivel regional y nacional. No obstante, a pesar de estos avances que la destacan, su acción cultural ha perpetuado una lógica eventista y asistencialista de la política cultural, puesto que, a pesar de la variada programación cultural existente, aún son escasas las instancias para el fortalecimiento de los múltiples agentes culturales independientes, perpetuando la idea que el municipio lo hace todo, muchas veces bajo una mirada monopolizadora, lejana de una noción de democracia cultural que permita la dinamización del territorio comunal y una participación cultural plena.

En la provincia, las comunas vecinas cuentan con una realidad más compleja. Los cuatro municipios (Río Hurtado, Monte Patria, Combarbalá y Punitaqui) no han sido capaces estos últimos años de implementar un plan municipal de cultura con el presupuesto necesario y el equipo de trabajo idóneo.

Si bien no hay que negar la existencia de actividades culturales en diversas fechas del año y que producto de la pandemia han debido cancelarse o modificarse, aún persiste un alto grado de informalidad en la gestión de lo cultural, sin contar con el marcado enfoque hacia el eventismo que ha caracterizado a estas comunas, bajo una política cultural de corte neoliberal que ha convertido a los municipios en grandes productoras de eventos, que en épocas estivales, invierten millonarias sumas de dinero, muchas veces en desmedro del financiamiento de sus planificaciones anuales y recintos culturales.

Es así como en estas cuatro comunas la gestión de sus recintos culturales municipales ha sido tema sumamente delicado, con espacios culturales cerrados (desde antes de la pandemia), sin equipos, ni presupuestos, ni programación, mientras otros, sobreviviendo con pocos recursos y escasos mecanismos para su funcionamiento.

Una realidad compleja y triste, que requiere de mayor atención de parte de las futuras autoridades, por el bien de la ciudadanía, de las y los creadores, productores y tantos trabajadores culturales que en estas tierras, cuentan con escasas oportunidades para aportar al desarrollo cultural.

Esta realidad compleja para la gestión cultural municipal en la provincia del Limarí me lleva a pensar en el futuro del sector, preguntándome desde ya ¿qué importancia otorgarán las y los candidatos a las alcaldías de la provincia, a la dimensión cultural en la gestión municipal?, ¿consideran relevante el trabajo cultural en el desarrollo integral de los territorios y en la construcción de mejores sociedades?, ¿destinarán recursos para esto?, entre tantas otras preguntas que invitan a la reflexión en estas materias, no tal vez para hacer las cosas a la perfección (algo imposible), sino que simplemente para hacer lo mínimo, lo pendiente: el contar con un área cultural en cada municipio, con el debido peso institucional que le permita incidir al desarrollo comunal.

Es así como los futuros gobiernos locales deberán comprender que pensar el desarrollo cultural local no implica tan solo el desarrollo de actividades culturales (y ya esto es gran trabajo), sino implementar una política cultural que incida en la vida de las personas, en la economía local, en la educación de todas y todos, en el fortalecimiento de los territorios y en la construcción de una mejor sociedad.

Para esto se requiere de voluntades, recursos, competencias profesionales y trabajo mancomunado con la ciudadanía. El desafío es grande y habrá que estar a la altura.

Por Mauricio Antonio Ortiz
Gestor Cultural

OvalleHoy.cl