InicioOpiniónOpinión¿Cómo acojo esta invitación que Jesús me hace?

¿Cómo acojo esta invitación que Jesús me hace?

Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: La paz esté con ustedes. Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, peor Jesús les preguntó: ¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: ¿Tienen aquí algo para comer? Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomo y lo comió delante de todos. Después les dijo: Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos. Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.

                                                                                                             Lucas 24, 25-48.

Los Apóstoles están reunidos, comentando los últimos sucesos vividos. También se encontraban los discípulos de Emaús que venían regresando de Jerusalén, luego del encuentro con Jesús al cual habían reconocido, en el peregrino que los acompañaba e iluminaba con su Palabra y que compartió con ellos el pan.

En este ambiente se presenta Jesús. Los discípulos se asustan y llegan a sentir miedo, ellos todavía no logran asimilar la Pasión. Y más todavía no logran establecer la relación entre el Jesús con quienes ellos convivieron y el Jesús Glorioso, ni logran comprender la misión que les espera.

Para ellos y para todos los creyentes hablar de Jesús se tiene ya que partir de una disposición personal, para ser totalmente transformado y renovado por él, y al mismo tiempo, se hace necesario clarificar también la propia imagen o idea que se hace sobre este Jesús Resucitado para no confundirlo con un Espíritu.

Por eso, lo que nos relata Lucas sobre la confusión y la turbación de los discípulos no es algo fortuito. Los discípulos creen que se trata de un fantasma, esta reacción hace que Jesús, se asombre y los contradice ¿Por qué se turban, por qué anidan esos pensamientos en sus corazones?

Aclarar esta imagen de Jesús es una exigencia de todo seguidor de Jesús en todos los tiempos, y también debe ser para cada uno(a) de nosotros(as).

Si no, miremos cuántas imágenes diversas encontramos de Jesús, que no deja de estar siempre latente el peligro de confundirlo con un fantasma.

Los discípulos se habían proyectado diversas expectativas sobre él, y por eso él los tiene que seguir instruyendo, por eso esto debe ayudarnos a clarificar la propia imagen de Jesús a fuerza de dejarse penetrar por la Palabra, y por el compromiso de ayudar a los hermanos a clarificar esas imágenes que se forjan de Jesús.

Jesús ayudó a sus discípulos en un proceso pedagógico, formativo el impacto y  efecto de su Resurrección. Pues este evento no solo afecta a Jesús, sino que sus discípulos tendrán que asumir que a ellos les toca ser testigos de esta obra del Padre, pero a partir de su propia existencia. La Resurrección no afecta solo al Resucitado, también afecta al discípulo en la medida que este se deje transformar para ponerse en el camino de la misión.

La vida de todo cristiano(a) es descubrir en su vida el gozo pascual, una vida de alegría del encuentro con el Resucitado, que disipa los temores, y crea cercanía con las escrituras, la cual nos llena de gozo, nos ofrece su perdón y nos llama a una vida nueva y que constituye ser testigos de su triunfo ante el mundo.

¿Cómo acojo esta invitación que Jesús me hace?

¿Qué estoy haciendo en mi vida de fe, para procurar ser testigo de Jesús?

¿Quiero realmente encontrarme con este Jesús Resucitado y qué pasos estoy haciendo para poder ser parte de esta misión?

¿Tengo realmente un interés por conocer este camino de conversión? 

Hugo Ramírez Cordova

OvalleHoy.cl