InicioultimasOpiniónComo lágrimas en la lluvia

Como lágrimas en la lluvia

Debo reconocer que soy de gustos más bien eclécticos en materia de arte. Puedo disfrutar de la misma manera de una canción de Juan Gabriel, una ranchera de los Llaneros de La Frontera o de una ópera de Wagner o una sinfonía de Bethoveen.

Lo mismo en cine. No sé cuántas películas he visto en mi vida pero mis amigos se sorprenden cuando digo que la favorita es una cinta futurista llamada Blade Runner dirigida por Ridley Scott. Porque se puede ver como una especie de thriller, con mucha acción, suspenso e incluso romance y al mismo tiempo para invitartea reflexionar sobre la transitoriedad de la vida. Scott hizo algo muy bueno de una novela “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” de Philip K. Dick, uno de los iconos de la ciencia ficción del siglo pasado, y de cuyas obras han sido extraídas algunas de las más populares películas del género.

Blade Runners marco un hito en su estética acerca de un futuro probable, e incluso con su banda musical notable de Vángelis.

La película narra la historia de Replicantes (o androides, si lo prefiere) perfectos que han sido creados para trabajar en planetas (colonias) distantes a la Tierra. Son perfectos, aunque con un detalle no menor: tienen fecha de caducidad.

Un grupo rebeldes de ellos sin embargo ha escapado para llegar a la Tierra con la finalidad de conseguir la inmortalidad.

Ellos son perseguidos por un implacable Deckard (Harrison Ford) que tiene la misión de “retirar” a los androides que logran llegar a la Tierra huyendo de una colonia distante.

El líder de este grupo rebelde es distinto, Roy Batty, representado por el actor holandés Rutger Hauer , fallecido hace unos días.

De Blade Runner se pueden extraer momentos notables, como aquel en el que Roy asciende por un ascensor interminable hasta las oficinas del doctor Tyrell, creador y dueño de la Corporación Tyrell, que es el que crea a los androides. El ascenso, deja la impresión de un ser humano subiendo para entrevistarse con Dios para rogarle le conceda la inmortalidad.

¿O usted no ha reflexionado alguna vez acerca de la inmortalidad, preguntándose porque vivimos y porque tenemos que morir algún día? Nosotros, como Roy y sus amigos, sabemos que tenemos fecha de caducidad.

La parte final de la película es impresionante.

 Deckard y Roy luchan en la azotea de un edificio, y el segundo salva la vida del primero cuando está a punto de caer desde la altura hacia la calle. “Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo”, le dice al momento de alzarlo en vilo para dejarlo sobre la azotea.

Y ambos quedan sentados, bajo la lluvia, mirándose.

Entonces el replicante (Rutger Hauer), vestido solo por un taparrabos y una paloma blanca en una de sus manos, recita uno de los monólogos más notables del cine de todos los tiempos: “

“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”, dice finalmente. Y muere.

Entonces su mano deja libre a la paloma que, con efecto retardado, vuela al cielo entre la lluvia, como si fuera el alma del replicante.

Y cuando uno ve venir galopando el final de sus días, no puede dejar de pensar en aquello que a lo largo de la vida  logramos conocer, aprender, algunas experiencias invalorables y que – aunque nos angustie pensarlo – no sabemos si “se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”.

Mario Banic Illanes

Escritor

OvalleHoy.cl