En forma paralela con los Juegos Panamericanos 2019 que se realizan en Perú, se ha realizado en los últimos días en Ovalle el Campeonato Regional de Atletismo, con la participación de delegaciones deportivas de distintas comunas de la región.
Con satisfacción he observado el interés por seguir la participación de los atletas chilenos en el Perú, sea a través de las transmisiones de Chilevisión, de internet o por los medios de prensa. Lo que hace alentar las esperanzas de incrementar en el futuro próximo – incentivados por eso – la práctica de distintas disciplinas deportivas para aumentar las posibilidades chilenas en futuras competencias.
Incuso la presencia de Nadine Castillo, la muchacha de origen haitiano y con vínculos ovallinos, que compite en la prueba femenina de relevos 4 x 400 metros, hace pensar que en un futuro próximo niños de distintas nacionalidades que en los últimos años han llegado con sus padres a Chile en busca de una mejor opción de vida, puedan también hacer un aporte al desarrollo de distintas disciplinas atléticas.
Todo muy bonito.
Bueno, no todo.
Alrededor del mediodía del jueves asistí al estadio Diaguitas de Ovalle para observar el desarrollo del Campeonato Regional de Atletismo y pude ver con interés el entusiasmo de los jóvenes atletas en las pistas, aunque con desaliento la ausencia de público en las tribunas.
Esperaba por una parte la presencia de espectadores incentivados por lo visto en la televisión que tuviera interés en conocer la realidad de nuestros deportistas a nivel local y regional, por si se descubre una nueva estrella que pudiera representar a nuestro país en futuras competencias.
Pero en especial aguardaba que estudiantes de colegios de la ciudad que en lugar de estar en una clase de educación física en sus establecimientos, hubieren sido llevados por sus profesores para estar en el estadio, y seguir el desarrollo de distintas pruebas con el propósito de motivarlos de esa manera a practicar algún deporte. Incluso, con su presencia en las tribunas, motivar a los mismos deportistas a esforzarse aún más en la pista.
Pero no había tal. Las graderías estaban desiertas.
¿Indolencia de los profesores, burocracia de los colegios para autorizar la salida controlada de sus establecimientos, para no complicarse la existencia?
Dijimos algo similar hace unos meses en una competencia en el estadio Diaguitas, pero al parecer nuestros comentarios cayeron en saco roto.
M.B.I.
Graderías vacías 
Graderías vacías
