InicioultimasOpiniónCon sorpresa he descubierto que sufro un preocupante trastorno

Con sorpresa he descubierto que sufro un preocupante trastorno

En rigor, no es grave, pero si podría llegar a serlo para el futuro social o laboral si uno no lo descubre oportunamente. Además tiene un nombre técnico que no es bonito: Precastinación.

Tuve la suerte de enterarme ayer porque me tropecé en la calle con un amigo que lo sufre y me describió sus síntomas. Y descubrí con asombro que eran los mismos que yo tenía desde niño y que me han acompañado durante más de sesenta años sin haberlo advertido: el principal, dejar para mañana lo que puedo hacer hoy.

De hecho, ese era hasta hoy mi lema favorito: “No hagas hoy lo que perfectamente puede quedar para mañana”.

Y así he ido todo este tiempo postergando una y otra cosa para el día siguiente, un mañana que nunca llega, como en una mala película de Bill Murray: barrer mi oficina, ordenar el escritorio, ir al dentista, escribir el nuevo capítulo de una novela, salir a trotar en la mañana para bajar la panza, etc.

– ¿Cuándo te vas a lustrar los zapatos? Se ven horribles – me dice la Gorda al pasar en la mañana mirando con desagrado mi calzado.

Lo examino y aunque no le encuentro nada de malo, le respondo:

– Mañana, sin falta lo hago Gorda . Te lo prometo.

Le verdad es que le vengo diciendo lo mismo hace dos meses. Y así.

¿Pero qué es la procrastinación?

En realidad esta palabra proviene del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro, postergación o posposición. Por tanto, es la acción o el hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.

El término se aplica en psicología para definir la sensación de ansiedad generada ante una tarea pendiente de concluir. Es un trastorno del comportamiento que a todos nos afecta en mayor o menor medida en alguna ocasión, y que en términos más populares le solemos llamar “pereza” o dejar para mañana lo que deberíamos hacer hoy.

Ocasionalmente es algo normal sufrir procrastinación, pero hay personas especialistas en postergar, entre ellas estoy yo. Son aquellas que se comportan así de manera continuada porque de alguna forma creen que el día de mañana será más adecuado para llevar a cabo una o varias tareas que tienen pendientes. Pero en realidad la procrastinación en el fondo es una conducta claramente evasiva.

Las situaciones de la vida que más habitualmente procrastinamos todos en algún momento son:

• Las tareas del día a día: ir a comprar, limpiar la casa, planchar, hacer las maletas para un viaje, ir al médico, cortarnos el pelo, etc.
• El cuidado personal: lo típicos propósitos de cada año nuevo: dejar de fumar, hacer más ejercicio, hacer dieta, realizar mayor formación para mejorar en el trabajo, etc.
• Los compromisos con los demás: no resolvemos conflictos de pareja, dejamos para el último día preparar una fiesta de aniversario, aplazamos el hecho de dedicarle más tiempo personal a nuestros hijos, etc. pero también en el trabajo procrastinamos cuando no nos preparamos una reunión o dejamos las tareas para el último momento.

El problema es que – y ahora recién me vengo a dar cuenta – el procastinador se gana una mala fama social, es decir una fama de flojo, perezoso, irresponsable, lo que lo va marginando de manera social y profesional. Si a uno el jefe lo rocha que siempre está dejando pega para el día siguiente, una y otra vez, lo más probable es que a fin de mes, sin postergación, lo deje sin empleo.

Ahora me explico también que  mi marginación social – ya no me invitan, por ejemplo a las alfombras rojas, a los matrimonios, o a los cumpleaños – es por mis zapatos sin lustrar.

Incluso me crea problemas en la casa, con la señora. O con las hijas.

Cuando llegé ayer al mediodía a la casa le digo a mi esposa:

– Gorda, me he enterado que sufro de precastinación…
–  ¿Precasti queeee…?
– Precastinación – repito.
– ¿Y eso es grave? – pregunta preocupada

Le digo que no se inquiete. Que ahora que sé dónde está el problema de inmediato le voy a buscar una rápida solución.

– Mañana mismo empiezo – le prometo.

Mario Banic Illanes
Escritor

OvalleHoy.cl