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Crónica de un incendio en un quinto piso

15-01-2016 incendio edificio san vicente
Momento en que bomberos llegó al lugar del siniestro. El fuego ya había sido controlado por dos vecinos del edificio. (FOTO: Alberto Zeballos)

Aún hacía mucho calor en la perla del Limarí.

Eran aproximadamente las 20:45 y mis visitas y yo, terminábamos de tomar la primera cerveza y estábamos alistándonos para ir al supermercado a comprar algo para comer, talvez papas fritas o pizza.

La música estaba a un volumen moderado y podíamos conversar bien, sin necesidad de levantar la voz.

De pronto unos fuertes e indescifrables gritos en el pasillo nos alertaron de que algo no andaba bien. Pensé inicialmente que era una discusión familiar, por lo que me asomé para ver si alguien necesitaba de ayuda. Al abrir la puerta de mi departamento todo se transformó en una pesadilla.

El pasillo completo estaba lleno de humo desde la mitad de la puerta hacia arriba y sendas llamas salían por los bordes de la puerta. Me devolví a avisar a mis visitas que había un incendio y que debíamos evacuar el departamento. La expresión de mi rostro no dejó lugar a dudas. No era una broma y salimos de inmediato. Shockeados, como quien está dentro de un mal sueño del que no se puede despertar.

Sólo 30 segundos antes disfrutábamos de la tarde y de una cerveza helada y ahora estábamos entre el humo y las llamas corriendo por nuestras vidas. No comprendía nada, todo era muy confuso y al llegar al cuarto piso, vi como un vecino derribaba a patadas la puerta del departamento inmediatamente debajo del siniestrado. Fue en ese instante en que reaccioné y dimensioné lo que estaba ocurriendo. Vi que mi vida  y la de mis invitados ya no estaba en peligro inminente y comprendí recién, que había que intentar hacer algo.

En ese momento veo pasar por mi lado a un hombre joven, empapado, corriendo por mi lado, él tomó la manguera de incendio del quinto piso, yo traté de imitarle y bajé al 4 piso por la otra manguera, pero ya había otra persona haciéndose cargo de ello. Aún no sabía si el incendio era focalizado o si eran varios departamentos los siniestrados.  Estaba muy confundido y sin saber qué hacer cuando ví frente a mí a la administradora del edificio que me grita, “Alberto es en el quinto piso”.

Tomé entonces un extintor subí nuevamente y volví a la entrada del departamento. El aire era irrespirable y el calor insoportable. Sin embargo, ahí estaba el vecino que pasó anteriormente por mi lado, con la manguera enfrentándose a las llamas. Esos instantes fueron caóticos, estábamos solos: él con la manguera y yo con el extintor. Los mayores temores que me angustiaban era una posible explosión o electrocutarnos porque teníamos el agua en los tobillos.

Al poco rato llegaron otros vecinos con la manguera del cuarto piso y el “bombero improvisado inicial” se adentró peligrosamente al interior del departamento, claramente arriesgando su vida, pero con un valor y decisión heroicos, mucho más allá del deber.

Más tarde, escuché, entre los rumores de pasillo, que se trataba de un médico y que fue él quien dio la alerta de incendio por la que pudieron salvarse los vecinos del departamento. En ese instante yo no sabía si quedaba alguien atrapado entre las llamas, se escuchaban explosiones y gritos, por lo que la adrenalina corría a raudales por nuestras venas.

Sin embargo, poco a poco el fuego fue controlado. Los bomberos no demoraron en llegar. Creo que fueron los amigos de la población Media hacienda los primeros en acudir en nuestra ayuda muy veloz y profesionalmente en conjunto con carabineros. Pero,  fue la oportuna acción de vecinos, y en especial de este héroe improvisado, lo que evitó que el incendio se descontrolara. Fue en ese momento en que supimos que ya estábamos seguros y pudimos relajarnos. Entré entonces a mi departamento y tomé mi cámara para registrar el momento.

El resto de la historia fue ya menos tenso y ameno.

El “doctor” salió del departamento incendiado tan anónimamente como había llegado y un grupo de vecinos nos pusimos a trabajar en cadena para evacuar el agua.

Nadie sabía muy bien cómo había comenzado el incendio, pero tampoco, nadie creyó mucho en la teoría de que un cigarrillo pudiera haber provocado una hoguera de tal magnitud.

Ya había sonrisas en los rostros y una mayor tranquilidad al saber que lo peor ya había terminado, que no había muertos ni heridos y que no había daños importantes en el resto de los departamentos colindantes. Fue entonces que volvió la alegría y la tranquilidad y que afortunadamente pudimos terminar la historia tal como había comenzado, abriendo unas latas de cervezas con los vecinos, para celebrar que todo había terminado bien.

Por: Alberto Zeballos

Psicólogo

OvalleHoy.cl