InicioultimasDeportesCuando creía haberlo visto y oído todo…

Cuando creía haberlo visto y oído todo…

Asisto al futbol desde hace mas de 40 años. Como espectador en mi época universitaria, en Santiago, cuando asistía cada fin de semana al Estadio Nacional o al Santa Laura, siguiendo a mi equipo favorito, o por el solo hecho de ver futbol.
A mi regreso a Ovalle continué haciéndolo, aunque ahora en mi calidad de periodista, siguiendo las campañas de Deportes Ovalle, o al futbol amateur en su mas genuina expresión.

Y una de las características de un espectáculo futbolístico es la pasión que algunos hinchas ponen en el aliento a su equipo, tal vez desahogando las tensiones de una semana laboral, problemas en el hogar, un problema de salud, etc: entonces se descargan gritándole al arbitro, al guardalineas mas cercano, a la banca de elenco visitante y a cualquier cosa que les moleste.

Algunos de ellos eran destacados profesionales, comerciantes , profesores, dirigentes sociales que se transformaban sentados en la gradería, recorriendo el vocabulario de la lengua coprolálica en toda su extensión. Recuerdo a una dama, de una conocida familia de deportistas ovallinos, que se instalaba en la tribuna metálica del antiguo estadio para enrostrarle de manera “folclórica” los yerros al árbitro de turno.

También a un alto dirigente de Deportes Ovalle que en la Tribuna Oficial se descargaba contra los jueces con un lenguaje al menos reprobable para un sector en el que se solían instalar hinchas que concurrían al estadio acompañados de sus familias. Cuando se lo hicimos notar, no morigeró el lenguaje, sino que se cambió de tribuna a un sector más apartado donde, a la distancia, lo observábamos desahogar sus frustraciones y enojos.

Las barras del club tampoco se quedaban atrás, aunque ellos hacían del insulto y la procacidad algo institucionalizado: por ejemplo cincuenta tipos cantando y enviándole a coro al árbitro “saludos a la mamita”, conducta que comenzó a alejar al público común y corriente del estadio.

Por ejemplo mi esposa dejó de acompañarme con nuestra hija mayor (una niña en ese entonces) luego que esta última preguntara ingenuamente:

“Papi… ¿por qué esos caballeros le gritan eso al árbitro, ah?”.

Y cuando creía haberlo visto y oído todo, el sábado en el estadio Diaguitas vi a una persona joven que sentado a pocos metros de donde yo estaba, acompañado de su esposa y un hijo pequeño (tal vez siete años) se dedicó gran parte del juego a insultar a gritos, totalmente fuera de control, al trio arbitral, con un lenguaje increíble. Eso sin importarle, su hijo, o la presencia de grupos familiares en los alrededores, ni que mujeres que lo rodeaban le reprocharan el lenguaje “ordinario”. El siguió y siguió hasta el final del juego.

Estoy consciente que el estadio es el estadio, no un teatro, con un público selecto. Ahí están mezclados obreros, trabajadores agrícolas, oficinistas, médicos, abogados, etc y personas que no se caracterizan por un lenguaje refinado. Pero todo tiene un límite

Desde que empecé a ir a ver a los nuevos equipos del futbol ovallino, he destacado en mis escritos el clima familiar que se vive en las tribunas, con muchas mujeres, niños, adolescentes de ambos sexos. En resumen, la familia regresando al estadio.

Lo del fin de semana sin embargo es un paso atrás, y temo que ya en las próximas oportunidades esas mujeres , esas madres que había presentes, la próxima vez ya no lo hagan o al menos no lleven a sus hijos al recinto.

Ojalá que el señor al que me refiero lea esto y que se detenga unos momentos para reflexionar sobre lo que está haciendo: primero por su hijo, que tal vez mas adelante, pensando “si mi padre lo hace debe estar bien”, y sobre otros niños que hay alrededor que puedan sentirse tentados a imitarlo. No sólo en el estadio, sino en la escuela, en la calle, en la vida diaria.

O, imitando a aquel antiguo dirigente de Deportes Ovalle: váyase a la tribuna del frente desde donde, solo, desahogue sus frustraciones.

M.B.I

OvalleHoy.cl