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Delincuentes: psicópatas impunes

En Ovalle, según el Centro de Estudios y Análisis del Delito, durante el primer trimestre del año se puede observar que los delitos de mayor connotación social suman 781 delitos.

La protesta que hace unos días realizaron comerciantes del sector Barrio Independencia y Mercado que han sido víctimas de una serie de robos y delitos, es un reflejo del sentir de gran parte de la población Ovallina ante la impunidad con que actúan los delincuentes.

Al observar las estadísticas del Centro de Estudios y Análisis del Delito – CEAD-, para la comuna de Ovalle durante el primer trimestre del año 2020 – medida frecuencia: es un indicador que presenta la cantidad de ilícitos registrados en una unidad territorial determinada, en este caso, la Comuna de Ovalle – se puede observar que los delito de mayor connotación social suman 781 delitos.

En cuanto a los delitos de robo en lo que va del primer trimestre se detallan, por ejemplo, entre otros: robos con fuerza 21; robos con violencia o intimidación 66; robos por sorpresa 36; sumando estos delitos un total de 123.

Las cifras nos enseñan que existen sujetos dispuestos a hacer daño a la sociedad, problemática estudiada desde la antigüedad por filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, quienes atribuyeron los delitos a deficiencias físicas o mentales e incluso a la herencia.

Para el gran jurista y criminólogo Italiano Raffaele Garófano (1851 – 1934), el delincuente “es un anormal psíquico. Es causado por una anomalía moral congénita. El medio tiene poca influencia sobre el delincuente”.

“La delincuencia, con los agentes ocultos que procura, pero también con el rastrillado generalizado que autoriza, constituye un medio de vigilancia perpetua sobre la población: un aparato que permite controlar, a través de los propios delincuentes, todo el campo social”.

Michel Foucault

Garófano consideraba al delincuente una “variedad involucionada de la especie humana, incapaz de asimilar valores de la sociedad”, pues los delincuentes natos no tienen sentimientos de altruismo y de probidad, carecen de falta de piedad, por lo que cometerán el delito tan pronto se les presente la oportunidad.

Para Garófano la pena, la sanción penal, el castigo, tiene por objeto defender a la sociedad de los socialmente peligrosos e inadaptados,  siendo un férreo defensor de la pena capital en los casos graves, la cadena perpetua para los delincuentes violentos, y para los delitos menos graves, el abandono en una isla con trabajo en colonias agrícolas.

La realidad social es cruel y nos enseña que ciertos crimines contra menores como la pedofilia y la pederastia tan de moda entre ciertos presbíteros de la Santa Iglesia Católica, no basta con que el delincuente sea sancionado con penas canónicas irrisorias en que “deberá conducir una vida de oración y penitencia”.

Países más realistas con gobiernos más inteligentes aplican la castración química forzada para los pederastas como Polonia, Moldavia, Estonia, Rusia y Corea del Sur, entre otros.

Nuestro país, nuestra copia feliz del Edén, raya en la hipocresía de una política criminal absurda, puesto que castiga e impone penas propias al Séptimo Círculo del infierno de Dante Alighieri, a quién muchas veces no paga una multa por faltas o casos similares que sin ser delitos o crímenes,  por el hecho de  carecer de los medios económicos para hacerlo, pero otorga una serie de beneficios y oportunidades a autores de crímenes miserables. Es la hipocresía del modelo neoliberal: Fomenta la corrupción, el delito y el crimen, y paga con clases de ética”.

Responsabilidad ineludible en las políticas públicas en materia criminal de un Estado, tiene la toda la clase política de manera transversal, puesto que cuando se legisla con una mano en el bolsillo y con su mente creyendo – no pensando, pues no da para tanto –  que son dignos merecedores de morar en los Campos Elíseos, cuando en realidad deambulan en el Tártaro, se condena a una sociedad a vivir condicionada por la delincuencia.

Mantener un delincuente, un preso en Chile, tiene un costo de $724.000 mensuales – valor al año 2017 – cuyo costo total ascendería a más de 30 mil millones de pesos al mes, sin embargo, una persona decente, de trabajo y esfuerzo, actualmente tiene un sueldo base mensual de $320.500. 

Carl Sagan, decía “Cada estudiante debería tener desayuno y comida gratis en su escuela… Si los presos tiene, ¿Por qué los futuros doctores, ingenieros, licenciados y artistas no?”.

Para el modelo neoliberal es más rentable para sus intereses el bienestar de los delincuentes y criminales que la calidad de vida de las personas decentes, por obvia razón el modelo neoliberal es un modelo político y económico indecente.

Mención aparta se perece el personal de Gendarmería de Chile, institución tantas veces ignorada por los gobiernos en sus demandas de mejoras en sus condiciones laborales. Son ellos quienes deben tratar a diario con los psicópatas criminales, y tantas veces no son escuchados por autoridades ciegas, torpes y mudas.

En nuestro país la pena de muerte fue derogada en 2001 por Ley Nº 19.734, en el gobierno de Ricardo Lagos, gobierno que privatizo de manera completa las sanitarias y el agua potable en Chile, además de otras tantas privatizaciones ordenadas a Lagos por el poder en las sombras del neoliberalismo.

Si la naturaleza humana es de origen divino, hijos del dios creador omnipotente, omnisciente, omnipresente y omnibenevolente del antiguo testamento, entonces tenemos una naturaleza criminal y psicopática, pues al decir de Richard Dawkins, etólogo, zoólogo y biólogo evolutivo de la Universidad de Oxford, en su obra “El Espejismo de Dios”, señala: “El Dios del Viejo Testamento; se puede argumentar, es el carácter más desagradable en toda ficción: celoso y orgulloso de serlo; cerrado de mente, injusto, severo y obsesionado con el control; vengativo, un limpiador étnico sediento de sangre, un misógino, homofóbo, racista, infanticida, genocida, filicida, productor de pestilencias, megalomaníaco, sadomasoquista, caprichoso, y un matón malevolente”. “Aquellos de nosotros educados desde la infancia en su forma de ser, podemos llegar a convertirnos en insensibles – perder nuestra capacidad de asombro – a su horror”.

En definitiva, y siguiendo al criminólogo y médico italiano Ezechia Marco Lambroso (1835 – 1909), el delincuente es “un ser insensible, de personalidad psicopática”.

Por Carlos Francisco Ortiz Carvajal

OvalleHoy.cl