Vivir en región, es aprender una palabra cada vez que viene una autoridad nacional a nuestra provincia: descentralización. Pero, ¿Qué significa esto? ¿Porqué pareciera ser lo mismo que hace 30 años?
Nuestro país es excesivamente centralizado, de ahí el famoso dicho “Santiago es Chile”, después de todo, la mitad de la población vive ahí, en la capital están las mejores universidades y las mejores oportunidades para quienes quieren crecer. Muchas veces vemos eso como la consecuencia del centralismo, pero nunca nos hemos detenido a pensar si esta es en realidad la causa.
Después de todo, nuestro país solo una vez jugueteó con la idea del federalismo, en un tiempo en donde el país se extendía desde Copiapó a Concepción, cuando se intentaba establecer las instituciones de lo que sería esta idea de país en la memoria de los legisladores de la época, un tiempo donde hacía razón centralizar el poder por temas de eficiencia y donde, importantemente, el desarrollo era bastante parejo entre la provincia y la capital de la ex-colonia.
Han pasado más de 200 años de eso, ahora el país se extiende al punto que es el más largo del mundo y uno (si no el) de los más diversos en el orbe, las instituciones del Estado están ya consolidadas, pero hemos notado cada vez más cómo una misma ley no opera del mismo modo en Arica, La Serena, Santiago o en Temuco, causando tiempo desperdiciado en discusiones específicas en el Congreso Nacional.
Pero la realidad del Estado Unitario pareciera estar en la costumbre, uno pregunta porqué es así y la respuesta que más obtiene es el que “siempre ha sido así”, pero esa respuesta no es racional, no puede ser que un país tan diverso como Chile no permita a las regiones decidir sobre sus asuntos internos cómo estas estimen necesario.
La idea del Estado Federal transformaría y expandiría instituciones ya existentes, el Consejo Regional se transformaría en un legislativo similar a la Cámara de Diputados de nuestro Congreso, solo que decidiría de normas que solo aplicarán a la Región en que estén.
Una idea en contra de esto es inmediata: las regiones actuales son muy pequeñas. Para esto podríamos generar una idea de generar macro-regiones, por ejemplo en nuestro caso, Coquimbo y Atacama podrían unificarse y normar los intereses propios del “Norte Chico” que son comúnmente ignorados en el Congreso Nacional por el pequeño tamaño de nuestras regiones.
Otra gran ventaja que tendría esto es que las regiones podrían servir para experimentar políticas nunca antes vistas, como lo sería un Ingreso Básico Universal, o mini-reformas educacionales, entre otros; logrando después llevar políticas ya exitosas al Congreso Nacional para ser implementadas a nivel federal.
Solo nos queda una idea en el tintero: ¿Qué pasa con las regiones que imponen menos? Como sabemos, Antofagasta, por ejemplo, aporta mucho más a la economía nacional que Aysén. Ante esto, se debiera usar la misma lógica que otros estados federales, la transferencia de fondos entre regiones. Lo que no significa lo mismo que hoy, sino que las regiones deberían pagar una parte de los impuestos que tienen (y estas mismas definen) al gobierno central, que en sí lo usa para proyectos centralizados o en subsidios a regiones que necesiten en tiempos de crisis.
Esto ayudaría a una repartición más equitativa que asegure la dignidad de todos los ciudadanos de nuestro país, permitiendo a las regiones desarrollarse y alcanzar a Santiago (o al barrio más alto) con respecto a la calidad de vida existente. ¿Se imaginan qué pasaría con Antofagasta y Calama si la riqueza del cobre se quedara en esos lugares? Lo mismo podemos decir de la riqueza agrícola de nuestra región.
Todo pareciera apuntar a que Chile fue hecho para ser un Estado Federal, hoy tenemos una chance que no veremos en mucho tiempo para lograr este cambio, tenemos una Convención Constituyente a la vuelta de la esquina y hoy más que nunca se hace necesario llevar estos temas a la palestra.
Saludos, cuídense y no salgan de casa si no es absolutamente necesario.
Twitter: @FHernandezR14
Felipe R. I. Hernández Romero.-
