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[EDITORIAL] Crisis en Carabineros: autocrítica y austeridad

El presente de la otrora institución más creíble y respetable de Chile es, en opiniones de expertos, una de las más severas por la que ha atravesado la policía uniformada. Para recuperar algo del prestigio destruido, hay que pasar por dos caminos: Autocrítica y, en mayúsculas, Austeridad.

Para nadie es un misterio que Carabineros de Chile pasa por una de las crisis más agudas que le haya tocado vivir en sus 91 años. La Real Academia de la Lengua española define CRISIS como el «cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación» y una segunda acepción señala que es la “intensificación brusca de los síntomas de una enfermedad».

Son más de 28 mil millones de pesos defraudados al Fisco, con más de 100 formalizados por este delito, la mayoría de ellos hasta hace poco funcionarios activos de la institución. Además, está el montaje de la «Operación Huracán» y la gota que rebalsa el vaso, el asesinato de Camilo Catrillanca, que pone en tela de juicio la militarización del WallMapu.

Sin ir más lejos, acá en la ciudad de Ovalle, Carabineros ha demostrado actuar como cuerpo solo a la hora de tapar los accidentes, las peleas en lugares públicos, las colisiones vehiculares, cuyos  protagonistas han sido personal de la institución en condiciones deplorables tras ingerir alcohol y que se escapan sin que los efectivos a cargo del procedimiento (sus colegas y/o subalternos) puedan hacer nada. Para qué decir los abusos de poder, persiguiendo a los más débiles como lo son algunos vendedores ambulantes, que han sido noticia en las redes sociales tras decomisarles su mercadería.

Acá no se trata de echarlos a todos al mismo saco, porque los implicados en el desfalco y en  son la mayoría oficiales y no Personal de Nombramiento Institucional, o sea los carabineros que solo pueden llegar a suboficial en su carrera. Ellos, los PNI son los que sufren las recriminaciones en las calles, en las poblaciones y que les enrostren que son el brazo armado de los poderosos.

Porque es con actuaciones como las represiones de estudiantes y de niños mapuche, en sus colegios o comunidades, donde entran de a 20 carabineros sin temor, cuando el ciudadano de a pié se pregunta: ¿por qué no entran así en los barrios dominados por los traficantes de pasta base?   

¿Cuál es la receta para acabar con la corrupción dentro de las instituciones policiales?  A nuestro entender, va por dos cuerdas paralelas: Autocrítica y Austeridad.

Autocrítica para mirar los procedimientos y descubrir los vicios y excesos. Sancionar sin beneficios a los responsables y ponerles coto. La autocrítica para revisar el actuar ético de los mandos, para cuidar hasta el último peso del Fisco, es decir, de todos los chilenos que les otorgan el poder para la prevención y represión del delito. 

Austeridad, para dejar de gastar platas en campañas de invitar café beneficiando a las empresas y marcas transnacionales y comenzar a preparar mejor, en términos de formación policial profesional, con una férrea base ética y de defensa y respeto inclaudicable de los DDHH, de quienes serán oficiales y efectivos, de lo que fue alguna vez, una de las instituciones policiacas más prestigiosas del mundo.

Solo así podría haber una esperanza en la recuperación del Carabinero amigo y verdadera autoridad, que era propio de un Chile tal vez más pobre pero mucho más solidario, menos individualista y egocéntrico; un Chile más equilibrado en el tratamiento a los trabajadores, a los estudiantes, a los débiles, a los más pobres y, también, a los mismos delincuentes comunes.

Por Angelo Lancellotti González

Director OvalleHOY.cl

 

 

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