InicioOpiniónEditorialEditorial: ¿Dónde quedó la tranquilidad provinciana de Ovalle?

Editorial: ¿Dónde quedó la tranquilidad provinciana de Ovalle?

Los recientes hechos que evidencian la guerra entre bandas rivales por el mercado de tráfico de drogas en la ciudad y la evidente incapacidad de entidades gubernamentales y municipales para contrarrestar esta situación, preocupan a la comunidad de la capital provincial.

La guerra declarada entre bandas rivales que se pelean la supremacía en el tráfico de drogas en Ovalle, a punta de balazos y con la muerte de adolescentes como moneda de cambio, hace recordar de inmediato películas de gangters, como esa escena de la película «El Padrino», donde «Sonny», hijo mayor del boss Vito Corleone, es asesinado en un tiroteo en un peaje en la carretera. La triste realidad siempre supera a la ficción.

El tema es que estos hechos, que se registran en nuestra ciudad cada vez con mayor frecuencia, no logran más que declaraciones vacías de propuestas concretas para enfrentar una de las principales preocupaciones de los ciudadanos, no solo en Ovalle si no que en todo Chile.

Desde la oficina de Seguridad Pública del municipio, en declaraciones a la prensa el día lunes, se puso en evidencia que en la unidad consistorial «no hay programas exclusivos» para intervenir por este tema en la Villa Agrícola, donde los vecinos ya no pueden más con la violencia.

Así mismo, aseguran que se realizarán, en un tiempo futuro y no determinado, «algunas acciones que nos apunten a trabajar ahí desde el punto de vista de la escuela, la parte comunitaria, de la parte de la prevención social y también de la prevención situacional».

Además, se tiene la osadía de pedirle al ciudadano, a ese vecino o vecina que está aterrado de sentir los balazos que inundan las noches en su población o villa, que «también tengan la voluntad de trabajar, porque podemos tener la mayor de las disposiciones, pero si no está la voluntad de trabajar todos en conjunto, no vamos a concretar nada”.

Se puede colegir de esas palabras que, para quien dirige la unidad municipal, el tema de la Seguridad Pública es de responsabilidad del ciudadano, denotando una lejanía con las verdaderas necesidades de la Comunidad y una falta de empatía y arraigo, hace dudar de la idoneidad para ocupar un cargo que tiene directa relación con un tema que es sensible para la ciudadanía.

Frases vacías, sin contenido, solo para la galería y para ocupar un espacio en el diario que ni para el ejercicio hemerográfico sirven. Es mejor hablar y no aparecer en silencio, parece ser la premisa.

Hay dineros en el Estado, específicamente en la Subsecretaría para la Prevención del Delito para este tema. Y cabe preguntarse ante el vacío de contenidos cuántos recursos ha obtenido en esta línea la unidad municipal, o cuáles son los proyectos en Seguridad Pública que maneja, y lo más importante cuáles son los resultados. Solo así se entrega seguridad a la ciudadanía, con datos duros y un trabajo codo a codo.

Debe además, transparentarse el funcionamiento del Comité Provincial y los Comité Comunales de Seguridad Pública, instancias que permite la coordinación de todos los organismos públicos con el Ministerio del Interior de quien dependen finalmente las policías.

Podemos imaginar que hay dos opciones ante esto: O no hay nada que se pueda hacer, con lo que habría que cerrar la puerta por fuera. O la cosa sí funciona y el trabajo de inteligencia de las policías dará pronto el batatazo informativo en coordinación con las autoridades (que se colgarán de la foto), con acciones concretas para detener estos hechos delincuenciales que se registran en La Perla del Limarí.

El ciudadano espera de la Autoridad, ya sea gubernamental o comunal y de sus equipos, una acción directa, eficiente y eficaz, en sus necesidades más sentidas. Y lo financia con sus impuestos, no es gratis.

Lo cierto es que la tranquilidad provinciana de nuestra ciudad se ha ido perdiendo entre los tentáculos de este modelo de desarrollo, que nos hace abandonar los espacios públicos, encerrarnos en nuestras casas y no participar por miedo a la delincuencia que se tomó las calles, y la indolencia y la falta de empatía de quienes están llamados a tomar cartas en el asunto.

Por Angelo Lancellotti González
Periodista

OvalleHoy.cl