Tal como sucedió con la visita del ministro del Interior Rodrigo Peñailillo el año pasado, la agenda de actividades en Ovalle del titular de Agricultura Carlos Furche, tuvo una cara pública, con declaraciones y punto de prensa y otra privada, donde los medios locales, que reportean día a día la catástrofe que golpea al Limarí, no tienen cabida y son excluidos por los asesores capitalinos.
Por segunda vez en los 11 meses que lleva en el poder el Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, la visita a Ovalle y a la provincia del Limarí de un ministro de Estado, en este caso el titular de la cartera de Agricultura, Carlos Furche, tuvo una cara pública y una privada, en la que la prensa local tiene cabida solo para la cobertura de “lo positivo”.
Cuando se trata de llamar a los medios locales para las entregas de bonos, subsidios y ayudas estatales, como se le denomina hoy a la medida más antigua de la política asistencialista, la siempre «salvadora» caja de alimentos no perecibles, los medios locales son buscados por los asesores comunicacionales y periodistas institucionales, para que den cobertura a las «buenas noticias», los «esfuerzos del Gobierno» y la «efectividad de las medidas» tomadas.
Pero para el momento de enfrentar a esa ciudadanía, es decir, cuando se enfrenta “lo complicado”, los periodistas de medios locales son «invitados», por los asesores comunicacionales provenientes de Santiago, a abandonar el salón Gobernador Omar Elorza Smith de la Gobernación Provincial de Limarí, so pretexto que la cita es “privada”, como es el caso de la reunión del ministro Furche con agricultores y regantes durante la tarde de ayer.
¿Hasta cuándo los medios provinciales vamos a ser mirados como amplificadores de las “buenas noticias” del Gobierno, pero se les impide el reporteo crítico de las acciones de un funcionario pagado por los impuestos de todos los chilenos?
Esta pseudo estrategia comunicacional, «¿ideada?» por los asesores capitalinos que toman decisiones tras un escritorio, en mullidos sillones, con el aire acondicionado a full y con dispensadores en los que hasta se puede elegir la temperatura del agua, busca que los conflictos de una provincia asolada por la sequía y que es “el epicentro de la catástrofe”, como lo reconoció el mismo ministro Furche la tarde de ayer, no salgan a la luz pública.
¿Qué cosa nueva pueden agregar los ciudadanos de esta provincia, aparte de volver a poner en la mesa, por enésima vez y ante la enésima autoridad, la crítica situación que les aqueja, si lo vienen haciendo desde hace 10 años?
Llamado de atención, también, para los comunicadores del Aparato Estatal. Si quienes conocen la realidad no son capaces de señalarle a las autoridades nacionales, los posibles escenarios acerca de una decisión como la de excluir a los medios de una reunión donde se tratarán los problemas reporteados desde hace 10 años por los periodistas locales, no están cumpliendo con su papel.
Lo cierto es que con acciones como la de los asesores para con la prensa local y la del propio ministro Carlos Furche, que la semana pasada suspendió su agenda de trabajo en la zona para asistir al lanzamiento de un vino espumante de propiedad de un amigo personal, no aportan para que la ciudadanía perciba al Gobierno como preocupado de la situación o que aborda con seriedad el trabajo ante una catástrofe natural que tiene a tantos limarinos sin agua y sin esperanza.
