Es lo que lamentablemente queda después de tirar la raya para la suma, si es que algo se puede adicionar, tras el papelón de la fallida participación de Ovalle como sede de la Copa América Femenina.
Y me va a disculpar el señor alcalde en discrepar con él, cuando ayer en plena conferencia de prensa para explicar lo inexplicable, le pedía «objetividad» a los medios de comunicación, junto un gran contingente de edecanes que, con un rictus de tristeza en el rostro, salieron a flanquear al jefe, «a apoyar su gestión». Gesto válido, faltaba más. Sobre todo en el marketing político, pero innecesario cuando lo que el jefe tiene que salir a explicar, es la inoperancia.
Porque lo que más molesta es que esto fue detectado los primeros días de enero del presente año, con ocasión del Torneo de Kico Rojas. Y a nadie pareció importarle ni se hizo algo para solucionarlo oportunamente, teniendo casi tres meses para hacerlo.
Este era un evento único en la historia del deporte ovallino. Nunca habían venido, y a esta altura ya no vendrán, ocho selecciones nacionales adultas de fútbol a jugar a la capital provincial del Limarí en una competencia oficial clasificatoria para un mundial, con la presencia de algunas de las mejores futbolistas del mundo. Tener a Marta y Deyna Castellanos iba a ser como tener a Messi y a Ronaldo. Y todo eso, en Ovalle.
¿En qué afecta a la ciudad, en el corto plazo, la eliminación de la sede? El comercio y todo lo que se genera alrededor de los grandes eventos deportivos. Las colonias locales de países sudamericanos se aprestaban a celebrar la llegada de sus selecciones y acudirían en masa a apoyarlas en el recinto deportivo local. Eso se diluye como agua entre los dedos.
En términos turísticos una gran oportunidad de darnos a conocer a nivel mundial, absoluta e irremediablemente perdida. Miles, tal vez millones de personas, a través de la televisión, habrían sabido que existe una ciudad, en el Norte Chico, que se llama Ovalle, una de las amarguras que tiene todo coterráneo cuando sale del terruño al extranjero, pues es muy poca gente, por no decir nadie, la que conoce o ha oído hablar de la Perla del Limarí.
Y es casi un Déjà vu el que tengo ahora. Me recuerda la crisis del «Piedratonal», como le llamaban los detractores de la administración Lobos, quizás el fantasma más odiado por los equipos de Rentería. En dicha oportunidad, en que los comerciantes reclamaban por los plazos incumplidos, Lobos defendió a los equipos y anunció investigaciones, sumarios y las penas del infierno, igual como el alcalde Rentería ayer miércoles, flanqueado de sus compungidos edecanes. No hubo un solo cambio de parte de Lobos. Y ése, fue el principio del fin.
Es de esperar, que la coyuntura sirva para realizar los urgentes cambios en aquellos equipos que no están funcionando. Si no, será lo mismo que en esa oportunidad y en la de ayer. Una Gran Farra.
Por Angelo Lancellotti González
Director OvalleHOY.cl