El Aguante

Considero la Tolerancia uno de los valores fundamentales del humanismo, sin embargo hay dos cosas con las cuales no soy tolerante, lo admito.

Primero no tolero el doble estándar y la falsedad de aquellos  partidos de derecha y ultraderecha que  se castigan con silicio y latigazos cuando hablamos de abortos, pero que defendieron y defienden a mansalva los asesinatos de la dictadura o la pena de muerte y que hoy callan descaradamente ante las violaciones de DDHH, asesinatos o mutilaciones oculares de parte de los agentes que están llamados a proteger la sociedad civil y que hoy atacan.

Lo otro que no tolero es cuando algunas personas, más de las que imaginan, creen  que todos quienes abogamos por  una sociedad más justa, mayor equidad social, son o somos  comunistas. Me pasó con el conductor del colectivo:  “estos comunistas que andan protestando son putos vándalos” dijo.  

Eso es sin duda, uno de los logros más importantes de Friedman, Guzmán, los Chicago Boys y todos los que abrazaron aquella desalmada filosofía, incluyendo a nuestros gobernantes. La herencia de mantener a las personas  en la ignorancia, en el  miedo  y de pasada  insertarles un chip que los obligó a pensar  que todo aquel que quiere una sociedad más justa, el que piensa distinto, es comunista. “Con todo respeto – le respondí – deje de hablar estupideces”. 

Tuvimos, en unas diez cuadras, una entretenida y a la vez  tensa conversación  mientras los pasajeros de atrás escuchaban hasta  que una de ellos dijo  “¿y cuándo se acaba esto?” Y cómo se van a acabar las protestas señora si este gobierno de los tiempos mejores hace cualquier cosa menos ver la realidad,  menos escuchar a los  millones y millones de chilenos (“comunistas” según algunos) que piden otra sociedad en la que vivir.

No se va a acabar la lucha mientras no digan, por ejemplo, “a partir de 1 de marzo del 2020 se rebaja en un 50, 60% los sueldos de los inútiles parlamentarios”. No se acaba la lucha hasta que digan “esta es la ley que regula el precio de los medicamentos, a partir del 1 marzo del 2020 no hay más alzas”.

No se acaba la gente en la calle hasta que escuchemos “a los jubilados no se les cobrará un solo peso en el transporte público”. No acabará la lucha hasta que los casos de corrupción y colusión se pague con cárcel efectiva.

Cuando no existan más perdonazos tributarios a los grandes empresarios; no se acaba esto hasta que indiquen el largo o medianamente largo camino hacia una  nueva constitución y sobre todo, cuando paguen aquellos que mataron, violaron y mutilaron, incluyendo los responsables políticos de esos abusos.

Entonces sólo entonces volveremos  a la normalidad, pero esperamos que sea una normalidad distinta, más justa, más  sana, más fraterna, más humana. Un mejor Chile.Algo así dije.

No creo en coincidencias pero en la radio comenzó a sonar El Aguante de Calle 13: “Por lo que fue, por lo que pudo ser, por lo que hay, por lo que puede faltar, por lo que venga y por este instante, a brindar por el aguante…:” Fue un momento epifánico. Me bajè en la esquina de Pedro Montt listo para ser uno de los millones y millones. 

Que alguien les avise que la solución está en sus manos. Mientras tanto… Aguante Chile.

Por K Ardiles Irarrázabal
Columnista

OvalleHoy.cl