Cuando subo por calle Victoria hacia la Plaza de Armas una madre con un niño pequeño esperan cruzar la calle Tangue hacia la acera opuesta.
La dama, cuando ve que toda la calle está absolutamente despejada de vehículos, se atreve a cruzar a la otra acera, a pesar que el niño tira de ella, inquieto porque la luz está en rojo y no en verde.
- Mamá, la luz estaba en rojo…
- Pero no venían vehículos…
- ¡Pero sólo se puede cruzar en verde… siempre me lo has dicho
No puedo evitar intervenir para asegurarle a la madre que su hijo tiene razón. Ella sonríe avergonzada.
Una cuadra más adelante los encuentro de nuevo esperando en la esquina de Independencia, y aunque no hay vehículos pasando, ambos permanecen esperando hasta que la luz cambia a verde.
Ese niño, de no más de cuatro años ha dado una lección que su madre no olvidará.
Sin duda que esos pequeños detalles en la formación de nuestros niños, más adelante marcarán la diferencia: sin duda se convertirán en jóvenes que respetarán leyes ordenanzas y reglamentos.
El asunto empieza por una luz roja.
M.B.I.
