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El comandante Joaquín

Estoy imaginando aquella vez que Joaquín fue notificado de que su pena de reclusión a la que lo había sentenciado la dictadura de Pinochet, sería conmutada por relegación a la ciudad de Ovalle.

Sin duda, pensó que aquello sería mejor que pasar tres años en la cárcel de Calama, al menos tendría la posibilidad de reinsertarse en la comunidad, aunque fuera con libertad vigilada y firma diaria en el cuartel de carabineros.

Además de su título académico- Administrador Público – Joaquín venía acompañado de su mejor carta de presentación: una amplia y franca sonrisa, que siempre se hacía presente en cualquiera circunstancia.  Esa virtud, cuando la poseen personas honestas, siempre abre puertas, por muy herméticas que sean.

Entonces, ya asentado en la ciudad, en su calidad de relegado político, rápidamente logró integrase y encontró trabajo en la Constructora Limarí, donde otro personaje ovallino, Fernando Peñafiel, un demócrata a carta cabal, de mirada franca y alma generosa, lo incorporó a su empresa en calidad de Jefe Administrativo. Si consideramos que Joaquín venía precedido de una mochila muy pesada -militante del Partido Comunista-, en dictadura, aquello equivalía a ser un elemento indeseado y peligroso para el sistema imperante. Eso no contaba, pues Joaco era un ser humano que necesitaba trabajar y don Fernando lo evaluaba de acuerdo con su competencia profesional.

Posteriormente, Joaquín -a través de otro hombre muy noble,  el profesor don Guillermo Peralta- se   incorporaría al Instituto Profesional Cidec Propam, en calidad de Director de Administración y Finanzas.

Mas nunca dejó de lado su militancia política, ámbito donde fue una persona absolutamente consecuente con sus ideas. Ahí lo conocí en profundidad, primero en el Comando de las Elecciones Libres y posteriormente en el Comando del NO. Ahí estaba siempre con la frente en alto, con esa sonrisa sincera a flor de labios, lo que generaba de inmediato confianza en las relaciones personales, que -hay que decirlo- en tiempos de dictadura no era fácil de sortear.

Joaquín Ramírez Salgado era lo que hoy podríamos llamar, el vocero del PC en la zona, y en esa condición tuvimos una relación política franca y sincera, la que se transformaría luego en amistad, una relación humana de raíz, perdurable. Lo llamábamos “Comandante Joaquín” porque era la persona que, en ese acto de compañerismo y de efectiva relación con el grupo, coordinaba el accionar político regional en tiempos de dictadura. Siempre amable, siempre gentil, con la carta de presentación de su sonrisa franca y sincera de hombre íntegro, Joaquín fue un pilar fundamental en la organización de los ciudadanos que con una real participación fueron indispensables para terminar con la dictadura cívico/militar de Pinochet.

Hoy he recibido la infausta noticia de su lamentable fallecimiento. Ocurrió en Iquique, su ciudad natal, en donde siguió con su compromiso político, siendo un destacado dirigente del PC nortino, ocupando diversos cargos en la orgánica de su partido, llegando incluso a ocupar un cargo de concejal en el Municipio de Pica. Además fue un importante dirigente deportivo en su Iquique querido- Allá al “Comandante Joaquín” sus camaradas le nombraban “El Zorro Plateado”. Y él, en su bonhomía, se dejaba querer.

 Desde estas pardas tierras limarinas que lo cobijó como un hijo más, hago llegar mis más sentidas condolencias a su esposa doña Rosa Rodríguez N., hijos, nietos y familia; a su partido, el Partido Comunista, por la lamentable perdida de uno de sus más destacados y preclaros militantes.

La última noticia que tuve de Joaquín fue a través de una nota publicada en Facebook donde aparece rodeado de sus compañeros, con su eterna y franca sonrisa…su carta de presentación.

Iván Ramírez Araya

Rucahue/Chomio, región de la Aaraucania,19 de marzo 20121

OvalleHoy.cl