InicioOpiniónCarta al DirectorEl debate que no fue debate

El debate que no fue debate

Encontrándonos ad portas de las elecciones, era esperable que los candidatos aspirantes al sillón presidencial, expusieran sus ideas de una manera clara, solida, con fundamentos, ya que quien sea electo, será el encargado de velar por el futuro de nuestro país, de sacarnos del desastre que estamos viviendo, (crisis en la educación, en la salud con el regreso de las listas de espera y con una deuda histórica que hipoteca futuros proyectos en dicha área, en la economía con prácticamente nulo crecimiento, en el sector laboral con un aumento alarmante de la cesantía, de la seguridad social, mejor ni hablar porque nos encontramos a merced de la delincuencia, no existen ni días ni horas “seguras” y para qué decir de la situación que se vive en la Región de La Araucanía, en donde el Gobierno insiste en desconocer que hay algo más que una “crisis social”, “robo y tráfico de madera” o “disputas domésticas” como lo han llamado en diferentes ocasiones, puesto que lo que ahí es ni más ni menos que terrorismo, pero este tema da para hablar en otra columna).

Es como dije anteriormente, esperable que en debate político, se pongan a prueba las diferentes capacidades de los candidatos al encontrarse fuera de su espacio de confort que es en sus comandos y sean capaces de dar una exposición claras de sus ideas, tengan la suficiente capacidad de réplica y contesten con fundamentos sólidos, puesto que no tiene la razón el que grita más fuerte, sino el que es capaz a través de sus propuestas reales, viables y estudiadas a conciencia y no como un “oferton político” convencer a los votantes que es el indicado para adjudicarse el cargo.

De hecho, en nuestra civilización occidental, la idea de debatir se remonta a la antigua Grecia del siglo V antes de Cristo, con la formación de diferentes escuelas bajo las agudezas de Sócrates, Platón y Aristóteles; en ellas, los alumnos debían exponer un pensamiento y por medio de una estudiada estrategia debían desafiar, disputar y tratar de convencer sobre la superioridad de su idea ypara llevar esto a cabo y debatir en serio, se requería en ese entonces y hasta el día de hoy de orden, convicciones profundas y claridad intelectual. Tres cualidades importantes para el que desee encabezar a un país.

Es por ello, que esperaba una mayor interacción entre los candidatos, para así recibir una exposición de ideas contrastes sobre los distintos temas, donde sin lugar a duda algunos candidatos como José Antonio Kast y Sebastián Piñera lo logran pero otros reflejaron malamente de todo lo que carecen como Marco Enríquez-Ominami que no hacía otra cosa que provocar con agresividad a sus contendedores, pudiendo hacer lo mismo pero sin ella, Chile no merece éste tipo de Líder, como tampoco uno como Eduardo Artésque desea refundar Chile a través de un sistema “biopsicosocial”, en donde expone que de ser necesario se recurriría a las armas para implementarlo. Para que hablar del señor Alejandro Guillier que hasta hace poco no tenía un programa de Gobierno y se excusaba en decir que después de las elecciones de éste 19 de noviembre lo expondría para articular fuerza y criterio con los rezagados, esto no es más que un reflejo de desprecio por la institucionalidad y por cada uno de los habitantes de la república al solicitarles que voten a ciegas por alguien que no da a conocer sus ideas para hacer de Chile, un Chile, mejor.

Pero finalmente conocimos las propuestas del señor Guiller y son sinceramente un desastre, porque querer ser el continuador de la Obra de Bachelet, es francamente insultante, pues no es otra cosa que seguir hundiendo en la miseria a miles de compatriotas, restarles oportunidades a miles de niños y adolescentes a tener una educación de calidad, a cientos de familias en tener un sistema de salud que responda y así un sin fin de otros temas, si Guillier es como dijo él la continuación del Gobierno de la Nueva Mayoría de la obra de Bachelet debemos decir no más.

 

Susana Verdugo Baraona.

OvalleHoy.cl