Ni pestes, ni guerras, ni holocaustos, ni estallidos sociales, ni revoluciones en nombre de Dios o del Estado han sido capaz de cambiar la esencia del ser humano ¿por qué lo haría esta pandemia?
“Lo único que podemos aprender de la historia es que no aprendemos nada de la historia”. Pocas frases tienen más sentido que ésta de Hegel. Derrumba de un plomazo eso de que tenemos que aprender de la historia para no repetirla.
De hecho, esto último solemos decirlo a modo de esperanza para no repetir errores ni horrores, pero, como toda esperanza, es una mentira que yace en el horizonte al cual intentamos acercarnos, pero entre más nos acercamos, el horizonte más se aleja. Utopía en definición de Galeano. La historia la repetimos, siempre la repetimos. Está en nuestra naturaleza.
Hago esta referencia a la historia pues mucho se ha dicho sobre cuánto o qué o cómo nos va a cambiar esta pandemia. Basta con dar un breve vistazo a la historia de la humanidad para entender que nada, ni las más grandes atrocidades ni plagas ni pandemias nos ha cambiado. La humanidad está hecha de dos lados, la luz y la oscuridad; Jedis y Sith; el yin y el yang; el bien o el mal, como quieran llamarlo.
La humanidad por un lado está llena de bondad, solidaridad, lealtad, compromiso, hermandad; por otro abunda las ambiciones, rencores, traiciones, maldad.
Si quieren, no veamos la historia, veamos el absurdo de Adan y Eva, ese intento de explicar precisamente la esencia del ser humano : una pareja que teniéndolo todo quisieron más para terminar sin nada y en un tragedia familiar donde un hermano mata a otro. Es un absurdo religioso pero una exquisita y perfecta metáfora que retrata lo que es la humanidad
Ni la peste negra que arrasó con Europa a mediados del 1300, donde murieron mas de 20 millones de personas. Seguro los más esperanzados pensaron , dijeron y juraron que después de semejante castigo divino seríamos buenas personas. Poco después, en mucho menor escala, pero vale como ejemplo, el viaje de Colón y otros explotadores, perdón, exploradores, siguió la misma lógica. En su viaje sufrieron sed, hambre, escorbuto. Pudieron haber muerto y seguramente le juraron a su dios que cambiarían (eran básicamente ladrones, asesinos, piratas condenados a las mazmorras, ) pero al llegar a este pedazo de tierra se habrán olvidado de todo esos desesperados juramento e igualmente asesinaron, saquearon, violaron, robaron.
La primer guerra mundial dejó más de diez millones de muertos en cuatro años. Entonces la humanidad podría haber cambiado, pero no. En seguida vino la muerte roja o gripe española (aunque en verdad comenzó en Kansas City , pudimos haberla nombrado muerte gringa o algo así) dejo más de 60 millones de muertos. ¿Cambiamos? No-. De hecho, aun así, poco después se inició la Segunda Guerra mundial que dejó otros cincuenta millones de muertos, sin dejar de lado el horror del Holocausto y los nazis. Es verdad, en medio de todo eso surgieron historias que pudieron dar alguna esperanza de cambio, pero hasta cayeron bombas atómicas y finalmente el mundo terminó dividido en dos bandos irreconciliables hasta el día de hoy, lados que se creen mejor que el otro, pero que son exactamente lo mismo.
En Chile, por ejemplo, no cambiaremos ni con pandemia, ni con el estallido social, ni con protestas pacíficas ni con violencia desatada porque al final nos convertimos en aquello que odiamos o queremos cambiar. Está en la naturaleza. Pero ojo, de seguro también hubo y habrá historias de esperanza porque también es parte de la esencia. Siempre habrá destellos, luciérnagas en la profundidad oscura del bosque como las acciones de muchos para ayudar: Chile ayuda a Chile, ollas comunes, etc. para eso somos secos. Pero eso es otra historia.
Zizek habla de cambios en las dinámicas económicas, Han habla de un cambio en las conexiones el poder, Habermas pone en la mesa la discusión ética de una vida sobre la otra y proclama el devenir ético entre la vida y la economía. Empero ni pestes, ni guerras, ni holocaustos, ni radiaciones, ni estallidos sociales, ni revoluciones en nombre de dios o del Estado han sido capaz de cambiar la esencia del ser humano ¿por qué lo haría esta pandemia?
Cada uno verá el vaso medio lleno o medio vacío, es parte de la libertad que aún queda. La humanidad sabrá acomodarse a los cambios que vengan a la “nueva normalidad” o al “nuevo orden”. Uf.
En fin, “la suerte quiso estar partida, mirad verdad mitad mentira, como esperanza de los pobres prometida”. Ahí veremos.
Por K Ardiles Irarrázabal
Columnista