Kay Alcayaga tiene 24 años y cada cierto tiempo se le suele ver en el paseo peatonal de Ovalle trabajando y exhibiendo sus retratos en lápiz grafito. Y los peatones se detienen para admirar las imágenes que sobre el cartón parecen cobrar vida.
En ellos es posible descubrir de inmediato los rostros de personas muy conocidas en la ciudad, junto a otras anónimas; pero todas llaman la atención por su realismo.
Luis Alcayaga, (Kay Alcayaga, es su nombre artístico) terminó sus estudios secundarios en la Escuela de Artes y Música, aunque fue el profesor Carlos Arancibia, de la Escuela José Tomás Ovalle, el que le descubrió sus talentos artísticos. “El fue el que me impulsó a tirarme al dibujo cuando estaba como en séptimo. El me explicó algunas cosas y me fui interesando, y luego de eso empecé a dibujar todos los días. Gracias a él soy lo que soy ahora”, dice .
Egresado de enseñanza media, cursó estudios de sicología, mientras trabajaba en el Hogar de Cristo, aunque debió congelar por un problema de “stress” . “Es que trabajar todos los días con setenta personas en situación de calle es complicado”, explica.
“Entonces me dediqué de lleno a esto, me adentré en el retrato y me falta poco para lograr el realismo. Ahora me estoy dedicando a hacer retratos con color y estoy contento con los resultados”, añade mientras conversamos en pleno paseo. La gente se detiene a mirar los trabajos expuestos apoyados en una pared.
En lo inmediato le propusieron hacer una exposición en una sala de calle Independencia, donde los organizadores aportarán con los marcos y cristales, para estar alrededor de dos semanas.
“Y luego tengo la idea de ir a La Serena, pasar por Valparaíso, Rancagua y llegar a otras regiones . Quiero salir y mostrarme afuera, darme a conocer. Aunque estar golpeando puertas y pidiendo ayuda es lo menos que me gusta”, dice.
En el paseo peatonal lo autorizan por dos o tres días, sólo a exhibir sus obras y no vender, para no tener problemas con los carabineros. Asimismo aprovecha el interés para promocionarse y hacer contactos comerciales. Si a alguien le gusta su trabajo, llegan a un acuerdo económico, él le hace una fotografía y luego la traspasa al papel en su domicilio. Los de tamaños más grandes, con marco y cristal, tienen un valor de $ 50.000, los más pequeños a $ 20.000.
