No me gusta sumarme a la jauría que está la espera de cualquier fallo de Sebastián Piñera para abalanzarse y hacerlo trizas. O al menos intentarlo. Sin embargo, es imposible no reconocer que la conducta del primer mandatario en los últimos meses hacen difícil cualquier defensa, incluso para sus partidarios más acérrimos.
Recordemos lo ocurrido de manera reciente durante el funeral del Monseñor Bernardino Piñera, tío del mandatario, fallecido de Covid-19, cuando se aproximó intempestivamente al ataúd y a su solicitud, se abrió la tapa superior para mirarlo por última vez.
Ya de por si fue un privilegio especial el que pudiera asistir a las exequias y acompañarlo en ese momento. ¿Pero abrir la tapa del ataúd?
El video se filtró a las redes sociales y de ahí saltó a los medios de comunicación, iniciándose una polémica, entre quienes cuestionaban su conducta y los que la defendían. Por una parte comentarios de representantes del mundo político reprochando el mandatario el haber roto los protocolos de seguridad sanitaria al levantar la tapa del féretro, arriesgando un contagio propio y de quienes lo rodeaban. Por otra parte desde el Gobierno saltaron en defensa del jefe, afirmando que los protocolos no fueron rotos, porque el féretro, no obstante levantar la tapa superior, continuaba absolutamente sellado por el cristal, por lo que no había riesgo de contagios.
Sin embargo la pregunta que cabe hacer: ¿Era necesario hacerlo?
Entendemos el interés sentimental de Sebastián Piñera de ver por última vez a su familiar. Privilegio que otras miles de personas a las que en los últimos meses no han tenido, incluso algunas ni siquiera han podido asistir a la sepultación de sus seres queridos.
Piñera tuvo el privilegio de hacerlo, y eso él debió agradecerlo con su prudencia.
Pero no. No pudo resistir la compulsión de ir mas allá. Rompiendo el protocolo y poniendo en riesgo su seguridad. Después de todo él es ya un adulto mayor y , por añadidura, es el Presidente de la República.
Así como en junio del 2013, en visita a la Casa Blanca, no pudo resistir tampoco la tentación de sentarse en el sillón presidencial para tomarse una foto (¿lo recuerda?), actitud infantil que fue reprochada por la prensa norteamericana.
O en fecha más reciente la de detenerse en la Plaza Baquedano para tomarse una foto a los pies del monumento del General Baquedano, epicentro de las manifestaciones luego del estallido social. Y otros impulsos similares.
Ahora tampoco pudo resistir el impulso, a salir de su casa en plena cuarentena por pandemia para ir, personalmente, al negocio más cercano a comprar vino, sin ningún tipo de protección.
Quizás el mandatario debiera detenerse unos momentos a reflexionar, para controlar esos impulsos. Incluso, como dice Alvaro Salas, “hacerse ver”. Hay tratamientos que son bastante eficaces para el control de impulsos.
¿O lo hace a propósito para tratar de llamar la atención? Para recuperar una atención que se la han robado otros protagonistas en los últimos meses?.
Otra pregunta es: ¿No hay alrededor de él otras personas que puedan ayudar a aconsejarlo? Familiares, esposa, hijos, asesores del Segundo Piso?. Ya sea sugiriéndoselo previamente, o al menos darle un disimulado y oportuno codazo en las costillas llegado el momento cuando vean que está a punto de caer en uno de estos impulsos.
Lo preocupante es que él es el Presidente de la República , y nos guste o no el personaje (a mí no me gusta), todos los que vivimos en este país tenemos que confiar que quien conduce este barco sea absolutamente confiable, y tenga el equilibrio, físico y mental, para controlar sus impulsos cualquiera sea la circunstancia .
Y no puedo menos de mencionar las recientes y sinceras declaraciones del actual Ministro de Salud , Enrique Paris, afirmando, respecto al último lapsus de su jefe, que “la prudencia es una de las características de cada persona. A lo mejor el presidente se va a molestar, pero bueno, lo voy a decir: yo creo que hay que medir las consecuencias de los actos que uno lleva a cabo como autoridad”.
Y es precisamente el Presidente de la República el primer encargado de dar señales correctas al resto de los ciudadanos.
Lo cierto es que, lo que se puede decir es en estos momentos, parafraseando al profesor Carlos Peña: “El Presidente Piñera continúa superándose a sí mismo”.
Mario Banic Illanes
Escritor