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El trabajo en el siglo XXI.

Dentro de los últimos cuatro meses hemos visto como nuestras vidas se han tenido que adaptar a la situación global a la que nos enfrentamos, el trabajo es ciertamente una de las áreas que más han cambiado al respecto. Pero ¿es este el principio de algo?¿qué nos depara el futuro?

Cuando estábamos en el colegio/liceo, se nos enseñó cómo la Revolución Industrial cambió el mundo hace ya casi 300 años atrás. Hoy vivimos en una época que volverá a provocar cambios drásticos en todos los aspectos de nuestras vidas.

Al principio del milenio, era tan solo una idea lejana el que todos tendríamos acceso a un computador en nuestros bolsillos, hoy pareciera ser un objeto de casi primera necesidad; algunos países ya están pensando en declarar el “derecho al internet” como uno fundamental y que debe asegurarse a todos sus ciudadanos, como lo falló la Corte Suprema de Costa Rica el 2010 (1). Esto es evidencia de cómo ha cambiado el mundo en los últimos 20 años.

Pero hay que hacer una mención especial a los complicados tiempos que hemos vivido durante los últimos cuatro meses, en el país hemos visto cómo dos cosas han ocurrido principalmente: la mayoría de empleos tuvieron que moverse al mundo digital en la modalidad de teletrabajo & la cifra de desempleo incrementó nuevamente a la cifra post-crisis bursátil del 2008 (2).

Y se vienen noticias peores, con tal de decir que una buena cantidad de esos empleos perdidos nunca volverán. Esto producto de la Cuarta Revolución Industrial y el proceso de automatización que se ha acelerado de forma nunca antes vista gracias a las adaptaciones que diversos mercados han tenido que hacer para sobrevivir esta pandemia (3). 

En nuestro país aún no lo vemos de forma masiva, pero es tan solo una cuestión de tiempo para que pase de los ambientes de bodega al resto de las industrias. En las bodegas ya no es la regla general el ver personas organizando las cosas, ya son máquinas más que nada, y las personas están ahí solo por si acaso.

Uno puede tender a pensar que este fenómeno se reduce a trabajos que no requieren educación superior, o que se limitan a ambientes cerrados como la antes mencionada bodeguería, pero no podemos estar más errados respecto de esto. 

Pudimos ver este proceso incluso antes de la pandemia, es cosa de ir a un Sodimac, Líder o cualquier otro retail “grande” donde las cajas donde hay operarios humanos están desapareciendo de a poco, donde veíamos 20 a 30 cajas atendidas por personas, hoy vemos la mitad, y una sección de autoservicio que tiene 4 a 5 cajas atendidas por una sola persona. Ahí se fueron 4 empleos con un chasquido de dedos que toma una decisión. Esto es preocupante, más allá de lo conveniente que sea para nosotros clientes (especialmente los que padecemos de ansiedades sociales).

La automatización se viene con fuerza en especial dentro de áreas que tienen riesgos asociados, como lo es la conducción de camiones, no me sorprendería ver pronto la llegada de camiones que se manejan por sí mismos. La industria camionera está en especial riesgo, después de todo una empresa no dudaría dos veces en reducir el alto riesgo asociado con conductores humanos por una máquina que no debe tomar descansos y que puede estimar un tiempo de llegada mucho mejor que una persona regular. Lo más preocupante es que esos camiones ya están disponibles, la pandemia es el empuje que las empresas necesitaban para empezar a usarlos (4).

Como dije, no son solo industrias “básicas” que se ven en riesgo de automatización, si su trabajo consiste en hacer varias acciones de forma repetida, hay alguien haciendo una máquina para reemplazarlo. Especial atención a trabajos de secretaría, cocineros, pilotos comerciales y sí, servidores públicos. Estos y muchos más trabajos están en alto riesgo de automatización, a pie de página dejo un link a un ranking por riesgo (5). La educación superior si bien disminuye el riesgo, no lo elimina.

Los trabajos “creativos” o del área artística tampoco están a salvo. Sí, uno pensaría que la creatividad es una característica esencialmente humana, pero es mucho más que seguro que Ud. ha leído ya una noticia creada por un algoritmo (6), o quizás escuchado una canción creada por un robot (7), o incluso visto una pintura creada por estos (8).

Más arriba mencioné trabajos de cocinería, esto incluye hasta el barista que hace su café día a día (si es que toma café en una cafetería). Ud podría pensar que “solo esa persona puede hacer mi café/plato como a mí me gusta”, pero, ¿qué pasa si le dijera que podría haber una red de máquinas que conoce sus preferencias y puede hacerle el mismo vaso de café como le gusta tanto en Santiago como en Arica o Punta Arenas? Como clientes terminamos alimentando este inevitable proceso, porque esta máquina ya existe (9; 10; 11) y es solo cuestión de tiempo que llegue al país.

Y uno podría terminar por preguntarse en cómo pasará esto, teniendo que crear una máquina para casi cada contexto que se busca automatizar. Pero no estaríamos más alejados de la verdad. Nuestros computadores partieron como máquinas gigantes y altamente especializadas, pero evolucionaron a ser de uso general para las masas, lo mismo pasa con los robots, varios que aprenden por sí mismos lo que les decidamos mostrar están saliendo al mercado, y las empresas los están comprando (12).

Todo esto puede sonar muy pesimista, pero es necesario pensar qué haremos respecto de esto. No podemos resistirnos, es ilógico pensar en prohibir la automatización por ley, o resistirse violentamente a esta; la historia nos ha enseñado, cuando son las máquinas contra los trabajadores, las máquinas siempre triunfan. Al final, nunca se cansan, nunca paran, producen sin pedir un aumento de sueldo ni tienen problemas familiares que atender.

Esta pandemia ha hecho que avancemos tecnológicamente en 4 meses lo que hubiéramos hecho en una década, la necesidad y el miedo al contagio que tendrá como resultado una disminución de la interacción cercana entre personas en todo sentido genera una demanda implícita por máquinas que reemplacen a las personas en las funciones antes mencionadas.

La idea principal que surge es la del Ingreso Mínimo Universal, un estipendio mensual que se entrega a cada persona por el sólo hecho de ser ciudadano del país (13). Este busca asegurar los estándares de vida mínimos en el escenario donde veremos que millones de personas se verán sin trabajo por culpa de algo que está fuera de su voluntad, sin estar sujeta a otra condición más que la ciudadanía o residencia permanente (caso de reos, se usa su IMU como “arriendo” para pagar su estadía en el penitenciario).

No, esto no es “regalar dinero al flojo”, es compartir la riqueza del país. Uno puede pensarlo como ser accionista de una empresa, recibiendo utilidades solo por el hecho de ser dueño de una parte de esta. ¿Acaso no tenemos derecho los ciudadanos a que se comparta la riqueza del país entre nosotros?

Esta idea es transversalmente aceptada, donde se ha implementado tanto Libertarios como Socialistas, Socialdemócratas, Ecologistas e incluso Conservadores han apoyado estas ideas en los países y áreas donde se ha implementado, teniendo un gran éxito en mejorar la economía individual y familiar, así como dando mejora a la salud mental de la persona generando un optimismo y sentimiento de pertenencia con el orden político, lo que indirectamente logra aumentar la participación y representación ciudadana en la política. Y lo mejor, no ha tenido efectos significantes en aumentar la inflación donde se ha practicado (14; 15 [En español]).

¿Dónde se ha implementado? En Alaska, Kenia, Finlandia, Hong Kong, Macao, Namibia y en ciertas partes de Alemania y Países Bajos (Holanda). Y ha tenido los resultados antes mencionados (16).

En Chile ya dimos el primer paso con la Renta Básica de Emergencia, que pareciera ser un intento más tímido dado como última opción que tenía el Gobierno y la Oposición para evitar un colapso total de la economía. La verdad es que si no tenemos un IMU en 20 años, ese colapso se dará, y no por una pandemia, ni tampoco para las empresas, sino que solamente para la persona común que vive de mes a mes y endeudada “hasta el cuello”.

Nunca nos hemos planteado que la razón por la que la gente no vota es porque simplemente siente pesimismo respecto de la política, pensando que el crecimiento de la economía no le beneficia personalmente. Al involucrar a la persona en los resultados económicos del país podemos eliminar ese sentimiento y comenzar a construir un mejor país, juntos.

Muchas gracias,

Felipe R. I. Hernández Romero.

Twitter: @FHernandezR14 

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