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En defensa de mi general

En cierta larga y angosta faja de tierra, según algunos diarios, hay fundadas sospechas de enriquecimiento ilícito de un destacado uniformado. Tendría, en este momento, “un patrimonio de 3 mil millones de pesos, que incluye diversas propiedades y autos de alto valor y depósitos bancarios”. Sus malvados acusadores alegan que con un sueldo no superior a cuatro millones mensuales sería imposible reunir tal cantidad.

En efecto, el periodismo realiza un minucioso cálculo de todos sus ingresos y llega a la conclusión que el acusado, si entre los años 2010 y 2014 hubiera ahorrado el 100% de su remuneración, tendría hoy disponibles apenas $168 millones.

A su vez, el representante de la reserva moral del país se defiende argumentando que todo lo reunió con sus ahorritos mes a mes. “Señalo categóricamente que soy inocente. Jamás he hecho mal uso de los recursos fiscales”(sic).

Tal explicación me trae el recuerdo de   «…juro por la memoria de mi madre que nunca tomé un peso que no me correspondiera» que, según H. Pérez de Alce, declaró un ex dictador latinoamericano refiriéndose a sus cuentas en el Banco Riggs.

Los buenos ejemplos se imitan. A veces, pareciera que el discípulo supera a su maestro. Algunos han llegado a afirmar que el ahora militar acusado también podría recurrir al truco de hacerse el loco para eludir la acción de la justicia como lo hizo el ex paciente de aquella clínica londinense.

No obstante lo anterior, creo en la inocencia del sospechoso.

No es que no tenga esa cantidad, la tiene.

Me atrevería a sostener que esos 3 mil millones de pesos los reunió realmente empleando buenas artes. Más aún, en menos tiempo que uno pueda imaginar.

He realizado un gran esfuerzo cerebral y con mis neuronas en total estado onírico, me consta que el personaje en cuestión es un contumaz emprendedor y en este país debemos reconocer que están las condiciones y garantías para todo emprendimiento.

Por ejemplo, lo veo dedicado a hacer churrascas que es un negocio presente en todas nuestras poblaciones.

Todos somos testigos de este hecho.

Claro está que él no usó una simple parrilla hecha por un maestro soldador con la mitad de un tambor sino que debe haber sido una a gas con el triple de capacidad y, lo que es peor o mejor en este caso, ubicada en el corazón de Lo Barnechea donde, quién puede dudarlo?, las ventas son superiores, muy superiores a las de la población Limarí, por ejemplo.

¿Y quién hacía las ventas?

Obviamente su compañera-esposa que vestida con abrigo de mink, cartera Louis Vuitton y zapatos Stuart Weitzman. Esto hace que concurra mayor cantidad de clientes.
Da gusto comprar a gente así. Sí, las buenas ventas le permitieron amasar tal fortuna.
Puedo afirmar que los 3 mil millones los juntó en un solo año. E incluso en menos tiempo.
¿No me cree? Calculemos entonces.
Mi abuelita asegura que de un quintal de harina salen 600 churrascas.

Se vende a $ 100 la unidad y si cada uno de los 114.851 habitantes de Lo Barnechea (de acuerdo al mejor Censo de la historia) compran 2 churrascas, una para sí mismo y otra para su vecino, tendríamos una venta de $ 22.970.000.- y si esto se llevó a efecto los 52 domingos que tiene una año, tal venta llega a $ 1.194.450.400.-

Pero como todos son compradores-vecinos de Lo Barnechea son solidarios con su general y, sólo en su primera compra de inauguración, al pagar con un billete de $ 5.000.- no retiran el vuelto.

Por lo tanto, se debe agregar a caja $ 551.284.800.- La venta real ahora será $ 1.745.735.200.-

Agreguemos que la institución a la cual pertenece el personaje en cuestión cuenta con 40.200 funcionarios activos más 1.000 reservistas.

Sus camaradas compran 2 churrascas cada uno todos los domingos del año. Nuevo ingreso de $ 1.071.200.000.- porque cancelaron con monedas de $ 500.- y también cooperaron con el vuelto no exigido pero sí durante los 52 domingos. Estos últimos sí que son más solidarios.

Ha reunido, por la tanto, hasta ahora, $ 2.816.935.200.-

Pero faltan $ 183.064.800.- para completar los 3 mil millones que tanto se critican.
Sepan ustedes que esta cantidad está totalmente respaldada con una boleta de $ 183.064.700.- por servicios prestados a SQM de Ponce Lerou. En consecuencia, sólo falta $ 100.- para completar los 3 mil millones que nos preocupan.

Se sospecha ahora que un ovallino que viajó a Santiago habría fiado una churrasca y así se estaría completando dicha cantidad.

Sólo así con todo lo expuesto puedo explicarme la capacidad de ahorro de este austero soldado.

¿Ve? Todo es posible  explicarlo. Pero hay explicaciones y explicaciones.

En todo este tiempo han sido numerosos los escándalos, faltas, delitos y otros. Como han sido tantas estas irregularidades uno como que termina por acostumbrarse perdiendo la capacidad de asombro por este juego mafioso indigno de autoridades o representantes que se supone deberían defender los intereses de quienes representan y no abusar o usar los cargos que ostentan para mezquinos beneficios de ellos mismos.

Pero lo que irrita es la explicación que entregan cuando son sorprendidos:

“… asesorías verbales… soy inocente… seguiré cooperando con la investigación (pero guardan silencio frente a preguntas de los fiscales) … almuerzos millonarios… aviones de procedencia desconocida…  …. es una práctica habitual y todos lo hacen … presunción de inocencia …  …. nunca tomé un peso …”, etc., etc., etc.

Aparte de la falta cometida que es un robo a todos, creen que somos estúpidos y que nos van a convencer con sus mugrosas explicaciones.

Sólo nos resta no perder el sentido del humor por todas estas tropelías: “… Gente de buen humor uníos…”.

La calidad de las explicaciones dadas, por mucho que irriten, me trae el recuerdo de un cuento que dice así:

… iba el rey subiendo las escalinatas de su palacio.

Junto a él, caminaba su fiel ayudante.

De repente, el monarca le dijo:

“Antes de llegar al último peldaño, debes cometer una falta grave e inmediatamente darme una explicación que sea peor que la falta misma. Si no lo haces, morirás decapitado”.

“Pero majestad, eso es imposible. Una falta y una explicación peor no existe”,  alegaba el acompañante real.

“Lo siento”, agregó el rey. “Te queda poco. Piensa”.

“Majestad, comprenda”, insistía el atribulado ayudante.
Cuando ambos llegaban al penúltimo peldaño, el ayudante propinó al rey un feroz agarrón en pleno sitio donde termina la columna vertebral,  al más puro estilo del futbolista Jara.

!!! Qué !!!, Insolente !!!, Cómo te atreves?!!!, Te arrepentirás !!!”, vociferó amarillo de rabia el monarca.

“Perdón, majestad, creí que era la Reina !!!”

Iván R. Anticevic B.

OvalleHoy.cl