Al ser electa la presidenta Bachelet, en un acto eleccionario que registra la mayor abstención de la historia, la euforia se apoderó de quienes la rodeaban y prometieron ¡Pasar la aplanadora! sobre toda iniciativa en pos del desarrollo dejado por el gobierno anterior en su avance al progreso, ya que sus ideales de instalar una sociedad más justa, serían consolidados a través de reformas creadas por sus ideólogos, para que todos gozaran en igualdad de los beneficios.
Mientras muchos insistíamos en que no se debía destruir, sino mejorar lo avanzado, la promesa de la Nueva Mayoría fue que con normas creadas por “sus expertos altamente capacitados”, se avanzaría con mayor velocidad en la justa distribución del ingreso, integración en una educación gratuita y de calidad, combate a la delincuencia, atención en salud, respeto laboral; etc., por lo cual no transarían en las reformas creadas para mejorar en estos derechos, porque contaban con el apoyo incondicional de las masas populares lo que se demostraba en las encuestas.
La Nueva Mayoría, ya instalada, con el apoyo del PC, consiguió aprobar la reforma tributaria, para generar los fondos requeridos para sustentar los cambios; pero también ha permitido probar que la incertidumbre en estas materias, más que generar mayores ingresos vía impuestos, constituye un freno a la inversión; traba en el crecimiento del PIB; disminución del empleo, etc..
Las reformas prometidas, como la educacional cuya intención manifestada por el ministro de ramo, es frenar el avance en calidad de los establecimientos privados y privados subvencionados, para nivelarlos con los establecimientos municipalizados; la electoral que terminó incrementando el número de parlamentarios con un alto costo; la incierta reforma laboral y la poca y desinteresada atención a las bases de los gremios, como ocurre con la CUT y Colegio de Profesores, cuyos presidentes miembros del PC – colectividad que se autodenomina defensora de los trabajadores- que firman acuerdos con el Mineduc sin consultarle, etc., han originado que los antes soberbios ex concertacionistas, hoy se conviertan en defraudados integrantes de la Nueva Mayoría.
Prueba de lo anterior, es que en los últimos cinco de los nueve meses de gobierno, la desaprobación a su gestión ha ido aumentándose en forma impresionante, llegando actualmente al 58% de los encuestados, desglosándose esta cantidad en un 48% de simpatizantes de Nueva Mayoría, un 27% de opositores, un 23% sin simpatía política alguna y un 2% que no sabe o no responde; claro reflejo que la mayoría de quienes desaprueban la acción de gobierno son ”defraudados de la coalición gobernante”. Por otra parte, quienes aprueban lo ejecutado en salud son solo el 29%, corrupción 28%, Educación 25%, delincuencia 15%., demostrándose con ello que la aplanadora parece que debe actuar en reversa, ya que el normal raciocinio popular,..¡No admite engaños!.
