Esta semana se celebra el día de la madre, que a juicio de mi familia y mío, como he comentado en años anteriores, son todos los días del año, al igual que el día del padre, de la familia, del niño, etc. pues si bien éste día se hizo para homenajear a las mamás y también para honrar a cualquier figura materna que esté en nuestra vida, hoy por hoy se vive fuertemente como una fecha comercial, olvidando el trasfondo y origen de la celebración que se remonta muchos siglos atrás.
Hoy cuando la humanidad se ve enfrentada por la pandemia, muchas de ellas han sido un verdadero ejemplo, un “antídoto” al individualismo egoísta que muchas veces cubre y divide a la sociedad, teniendo como desafío no sólo dar cariño a sus hijos; sino que la contención, la satisfacción de sus necesidades, cuidarlos, darles las herramientas no solo sociales sino valóricas, morales y emocionales que tanto hacen falta, incluso en muchas oportunidades han debido “ajustar la hoja de ruta” porque podemos tener mucha información de cómo hacerlo pero “otra cosa es con guitarra”, porque lo que le funciona a una no necesariamente le funciona a otra.
El desafío de la maternidad es permanente y apenas aprendemos “una lección” o creemos que vamos por “buen camino”, vienen situaciones y desafíos más complejos y volvemos a empezar. Ser madres conlleva un sinfín de preocupaciones, cambios en la vida, en los tiempos, en las formas de pensar, porque en el hogar ellas no sólo son madres; sino que también son profesora, enfermera, gasfíter, electricista, lavandera, chef, modista, chofer, planchadora, animadora de cumpleaños, psicóloga, médico, consejera, peluquera, secretaria, economista, jardinera, confesora, conciliadora, amiga, esposa, hija, hermana, reloj despertador, si vive en el campo también es leñadora, recolectora, ganadera, pastora, segadora y un largo etc.
Al igual que el año pasado, este año los besos y los abrazos deberán ser “virtuales”, para todos aquellos que no vivan con sus madres, pues, así como esas grandes mujeres nos cuidaron, es tiempo de que nosotros las cuidemos guardando nuestra distancia, y que con los medios tecnológicos podamos reducirla. Valoremos a nuestras madres en vida, pues en algún momento de la vida ellas ya no estarán físicamente con nosotros, pasarán a ser solo un recuerdo y no habrá forma de poder remediar lo que ya pasó o nunca pasó en realidad como una ausencia en su cumpleaños, o un domingo para ir almorzar o simplemente esa llamada que nunca llegó. Ser mamá es para toda la vida, saludémoslas más seguidos, compartamos más con ellas, porque nunca sabemos cuándo puede ser muy tarde, lo mejor es valorar a nuestras madres en vida.
Las madres son incondicionales; si las rechazan, éstas perdonan; si uno se equivoca, éstas te acogen; si uno está triste, ellas sufren con nuestras tristezas y nos apoyan; por el contrario, si uno está feliz, ellas se regocijan con uno. Madres son personas extraordinarias que están de “turno” las 24 horas del día, los 365 días del año y sus 6 horas, sin “derecho” a vacaciones ni a remuneración y a pesar de no existir un manual de cómo serlo, pues cada familia es un mundo, éstas salen adelantes.
Durante mi ejercicio profesional, he conocido a muchísimas mamás que han aguardado largas horas en la sala de espera del hospital para poder entrar a estar con sus hijos o al pie de la cama velando el sueño de su pequeño en largas vigilias sin desalentarse y sin flaquear, pues todas sus energías están en la recuperación de su hijo, incluso en mi extensa experiencia en el trabajo hospitalario hemos tenido madres héroes con una fortaleza interna titánica con hijos con enfermedades terminales han estado estoicas día y noche al pie de la cama dándole incluso fuerza al equipo de salud que no estamos ni jamás estaremos preparados para el morir de un niño ya que un niño no debiera morir y he vivido su entereza y amor lo que nos da fuerzas para seguir abrazándolos en nuestro trabajo, así uno ve el día a día que una madre ya sea biológica o de corazón es capaz de dar todo sin recibir nada a cambio; de querer con todo su corazón sin esperar lo mismo; de invertir su tiempo y sus mejores energías en un trabajo o las tareas de su hijo, junto a él, sin medir la rentabilidad que ello a ella le puede aportar, más que la satisfacción de ayudar a su hijo. He observado de igual forma, como una madre sigue confiando en su hijo a pesar de que ya nadie más confía en él, de cómo lo protege y lo insta a superarse y salir adelante, como con ese beso que uno le da por más cansancio que tenga, es como una inyección de fuerza para ellas, algo tan pero tan sencillo, pero hermoso.
Igualmente, debo decir que este día no es sólo para celebrar a las mujeres que tuvieron la dicha de gestar en su vientre el milagro de un nuevo ser y poder tenerlo, sino a todas aquellas mujeres que si bien no tuvieron a esa persona en sus entrañas, actúan como madre día a día, esas tías que se desviven por sus sobrinos, las amigas que ven como hijo al de su amiga, las que adoptan a un niño susceptible de adopción, etc. pues no es sólo madre aquella que gesta en su vientre a ese ser humano, sino que son todas aquellas que tienen ese amor y entrega por otro ser humano.
¡Feliz día a todas! ¡Feliz día a mamá!
Susana Verdugo Baraona.