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Fiesta religiosa de Sotaquí y el comercio ambulante: hay que despejar la interrogante

Tu amor es el acero: (clavado cerca del corazón)/¡si me lo quitas, me muero; / si me lo dejas, me matas!

Estos versos de Rubén Darío me hacen recordar a la Fiesta Religiosa del Niño Dios de Sotaquí y la polémica existente entre los mismos vecinos por la presencia del comercio ambulante llenando las calles del pueblo durante esos días.

Unos que afirman que la presencia de los comerciantes constituye un atractivo adicional a la fecha,  motivando a miles de personas a concurrir a la festividad desde todos los puntos de la región y el norte del país, dejando de paso recursos, que el Municipio de Ovalle reinvierte posteriormente  en obras para la misma localidad. Y que convierte en una de las fiestas religiosas populares mas importantes del país.

Otros en tanto creen que el comercio ambulante solo ensucia una hermosa tradición de fe popular, entorpeciendo las actividades propiamente religiosas ocupando las calles donde suelen circular los verdaderos peregrinos y las imágenes sagradas . Además que crea una notable cantidad de problemas a los vecinos de los sectores en los que se ubican los puestos de comercio, pues los alrededores suelen ser utilizados como letrinas, dejando a los habitantes casi encerrados en sus viviendas durante los días que se prolonga la festividad.

Lo cierto es que han sido numerosos los párrocos de Sotaquí que han hecho esfuerzos por erradicar el comercio en estos días, a reducirlo o al menos ubicarlo en lugares en los que no interfiera con las actividades del culto. Esfuerzos todos insuficientes, pues año a año estas verdaderas hordas de mercaderes llegan desde todos los puntos.

Entonces uno recuerda estos versos de Darío (“Tu amor es el acero (…) si me lo quitas, me muero/ si me lo dejas me mata”) y se pregunta si a la fiesta, como el acero,  se le quita el comercio ambulante ¿Qué sucedería? ¿En qué proporción disminuiría la concurrencia de fieles a la fiesta religiosa? ¿Los recursos que recauda el Municipio por los puestos de comercio, justifican las incomodidades que significan para los habitantes del lugar?

Estas interrogantes deberían ser resueltas por los mismos habitantes de la ciudad en una consulta popular realizada durante el año en la localidad, actividad organizada por las juntas de vecinos del pueblo. Y el Municipio y quien sea, deberían respetar esa decisión popular.

Eso, aunque – como en los versos de Darío – el puñal clavado en el pecho sea doloroso y hasta mortal.

Pero hay que despejar esa duda.

M.B.I

OvalleHoy.cl