“Yo no discuto con Dios.
El sabrá lo que hace.
Pero este año se le pasó la mano… y me pegó hasta en el suelo”.
Mis dos únicos hermanos fueron llamados a la presencia de Dios este año, y a no más de tres meses entremedio.
Fue muy duro!!
Uno no espera que esto suceda de esta manera; pero, así no más fue.
Herman, el mecánico de la Fray Jorge, “el capitán “ para sus amigos, fue el primero.
Y Patricio, el Profesor Normalista de San Felipe, fue el segundo.
¿Con que me quedo? Con la enorme cantidad de amigos que los despidieron. Ellos hicieron una gran vida en esta tierra. Jamás de aprovecharon de nadie y siempre tendieron la mano cuando pudieron.
De Herman, aquí en Ovalle, fue grato constatar lo que yo ya sabía. Era un gran hombre, amigo de los amigos, transparente, sin dobleces ni segundas intenciones. El era de verdad.
Pero con Patricio me lleve una gran sorpresa. Claro, yo no vivo en San Felipe y no podía ni siquiera imaginar el amor que sus amados Alumnos de tantas décadas tenían por él. Y de sus Colegas… ni hablar. Todos generosos conmigo y mi familia. Todos afectados y harto. ¡Cuánto cariño!
Pero lo que más me impresionó fue el servicio religioso hecho en la hermosa iglesia de El Almendral, pues además de la misa, hablaron sus Colegas, sus Amigos, sus Alumnos actuales, sus ex alumnos. Incluso le cantaron una de las tantas canciones que Patricio hacía para ellos. Fue muy emocionante.
Y la guinda de la torta. Habló hasta el Alcalde.
Mi familia y yo nos habíamos sentado atrasito, y desde allí, casi en el anonimato, mirábamos estas maravillosas escenas solo empañadas , a veces, por una lágrima indiscreta.
Fue hermoso.
Hoy, de vuelta en mi amado Ovalle, me pregunto. ¿Esperaré a que “la parca” me lleve intempestivamente, igual que a mis hermanos, sin agradecerles a todos mis amigos las palabras de aliento, los abrazos, la paciencia de soportarme: los arrebatos del humor, la negligencia, las vanidades, los temores y las dudas (Como dice la canción)?
¡Por ningún motivo!
Hoy finalizando el 2016, quiero darles las gracias a todos ustedes por ser como son. Estimándonos, queriendo a mi familia, considerándonos parte de ustedes, sonriéndonos cada vez que nos vemos. En fin… ¡Gracias por todo! Y si Dios así lo quiere, ojalá sigamos envejeciendo juntos en nuestro querido Ovalle.
¡Salud y un fuerte abrazo amigas y amigos!
Pedro Vargas Rivera.
