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Gracias Padre por la vida

Padre, figura muchas veces tierna, cercana, fría, lejana, autoritaria, trabajólico, son bastantes frecuentes oírlas, cuando se es chico o se es joven, pero al ir creciendo en la vida esa figura va cambiando y se va acrecentando el amor hacia él.

Padre en el aprendizaje; cuando empezamos a dar  los primeros pasos, esa figura la vemos como algo inalcanzable, pero al pasar los años vamos recreando en la mente, con las primeras imágenes o circunstancias que se han ido introduciendo en el recuerdo,  ya no es esa figura inmensa, sino que con el tiempo se  hace más cercana y alcanzable.

Pero sin esa compañía, esa certera palabra, ese gesto de amor, esa sonrisa, esa ayuda y muchas veces aliado en los primeros juegos o cómplice en los primeros amores y salidas,  quien protegía o levantaba cuando sufríamos algún percance o corregía en situaciones que  desvían  del camino correcto y enseñaba sobre la vida, el respeto, los valores, lo que más adelante se pudiera encontrar y como se debía seguir adelante por la vida.

Van pasando los años y vemos que ese hombre fuerte, ya camina despacio, con la espalda encorvada, con su rostro cansado, su mirada perdida, pero en su interior con el gozo de haber cumplido y entregado lo mejor de sí, a cada uno(a) de sus hijos(as); y poder decir, di todo en la medida de las fuerzas y los conocimientos.

No nos quedemos en la indiferencia, a pesar de los errores que se hayan cometido, ¿quiénes somos para condenar o juzgar?

Esta ocasión sea para cada uno(a) un día de acercamiento o bendición al padre presente o ausente.

Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen a la puerta y les abrirán. Porque el que pide, recibe; el que busca, halla, y al que llame a una puerta, le abrirán. ¿Quién de ustedes da una piedra a su hijo si le pide pan, o una culebra si le pide pescado? Si ustedes que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón el Padre celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan.

Entonces, todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí tienen toda la Biblia. (Mateo 7, 7-12.)                                                                                          

Gracias Padre por las veces que me cobijaste en tus brazos.

Gracias por esa sonrisa y ese amor que entregaste.

Gracias por el tiempo compartido.

Gracias por la vida, que tú ayudaste a construir.

Gracias por las veces que  acompañaste, con una palabra sincera.

Gracias por la dicha de tenerte, para seguir compartiendo.

Gracias por tu mano amiga en el abrazo y beso sincero.

Gracias e infinitas gracias a Dios, por ser tú mi Padre.

Hugo Ramírez Cordova.

OvalleHoy.cl