Hagamos un alto

La actual oposición, se ha destacado por las constantes amenazas y por intentar que el Gobierno ceda ante sus presiones ilegítimas para la obtención de algún beneficio, pues al parecer a pesar de haber pasado casi 2 años desde la última elección presidencial, aún no se reponen de la derrota que sufrieron y creen que sus mecanismos odiosos y cínicos amedrentarán a la actual administración a que ceda a sus pretensiones.

Sólo basta recordar que cuando ellos volvieron a asumir la conducción del país el año 2014, lo hicieron tratando de manipular los acontecimientos a su favor y tratando de impulsar su “política” de la “retroexcavadora”; que tenía sólo como fin el  de sacar del camino las visiones que no comulgaban con la hegemonía que ellos tratan de imponer y esto lo hemos podido ver claramente reflejado en las innumerables instancias en que se ha amenazado con interpelaciones o con estudiar acusaciones constitucionales o con exigir la destitución de ciertos Ministros de Estado y con llevar a cabo finalmente a la práctica todo lo antes nombrado, además de un largo etc.

Lo que ocurre, es que como ahora no están en la “vereda” de la toma de decisiones en el Palacio de La Moneda, lo tratan de hacer con la “política de los vetos” o con incitar a la violencia, pues el decir que son manifestaciones sociales y avalar la quema y destrucción del metro en Santiago, en Valparaíso, las estatuas de diferentes próceres de la patria como Arturo Prats, Bernardo O’Higgins, entre otros no puede ni debe ser justificado y mucho menos ensalzado.

Existe la sensación, de que se quiere mantener o convertir artificialmente a Chile en un país ingobernable, odioso y más intolerante. En éste último punto son “líderes”, pues la intolerancia es su segundo nombre, predican pero no practican, se adjudican ser los paladines y defensores de la tolerancia, pero son todo lo contrario; aparentan algo que no son y lo usan de manera estratégica para así atacar al Gobierno y arrebatarle el control.

La intolerancia, el cinismo y la odiosidad de la actual oposición no han hecho más que agudizar el ambiente de conflicto, lo que al final no hace más que perjudicarnos a todos y sobre todo a las personas más vulnerables, pues no se puede avanzar con fluidez en la solución de las diversas y reales problemáticas que enfrenta el país a raíz del famoso “Legado de Bachelet y Compañía”, que no hizo más que traernos miseria; por lo mismo, me parece inaceptable que se autodesignen como la representación de los demócratas chilenos, francamente llega a hacer irrisorio que los más antidemocráticos se vistan con ropajes que no les sientan.

El gran problema de la izquierda hoy por hoy, es que uno a uno han ido cayendo sus referentes latinoamericanos más importantes, como son: Dilma Rousseff, Nicolás Maduro, Cristina Fernández de Kirchner, Lula Da Silva, etc. éste último de hecho fue condenado y encarcelado por actos de corrupción y lavado de dinero, todo lo cual fue debidamente investigado, probado y juzgado por las entidades competentes de Brasil.

Así podría estar nombrando diversos episodios donde la oposición ha mostrado un nivel de odiosidad supremo, que reflejan su deseo de entorpecer la marcha del país y demuestran en sus actos los deseos de evitar que en los 2 años restantes Chile esté sumido en un caos, pues lo que se percibe de éstos es que buscan promover la división, la intolerancia, el reclamar por todo, el exigir derechos sin deberes, olvidando todo diálogo y usando muchas veces la violencia para obtenerlos, basta de éstas actitudes que no logran más que destruir, debemos todos construir, aportar para que exista una buena convivencia, nos unamos en pro de superar situaciones tales como el alto nivel de pobreza, el desempleo que afecta a tantas familias que han sufrido en carne propia este estallido de violencia, la falta de acceso a la salud y ésta misma, así como la precariedad en vivienda, en seguridad y la mala calidad en la educación. Nuestra consigna debiese ser “Chile quiere construir y avanzar y no destruir y volver atrás”.

Es momento que nuevamente, hagamos un alto y nos sentemos a reflexionar y pensar que Chile es el que queremos, si queremos un Chile violento, desinteresado en lo que ocurre con nuestro vecino, falto de respeto o bien si queremos un lugar como el que teníamos antes, aquel en que nuestros niños podían jugar a la pelota tranquilamente sin el miedo a que reciban una bala loca, el Chile en donde se respetaban a los docentes, a los Carabineros, a los padres, a las figuras de autoridad en general, debemos hacer un alto y decidir qué es lo mejor que nos puede pasar.

Susana Verdugo Baraona

OvalleHoy.cl