Ichazo

Cuando la oleada asiática del virus cuyo nombre recuerda el objeto más representativo de los reyes, arrasa en toda Latinoamérica, supimos que  el Boliviano Oscar Ichazo, había estimado que ya era adecuado momento para morirse.

Este boliviano probablemente conocido por algunos era un profesor medio Chaman. Un profesor conocido por las historias compartidas con Claudio  Naranjo y Sergio Larraín entre otros. Fue un  místico y un científico boliviano y fundador de la Escuela Arica en  los años 70.

Compartió como dije  con otro muy insigne  médico  -Claudio Naranjo nacido en Valparaíso, quien hizo su vida profesional en Europa y Estados Unidos y en su última aparición con su mano derecha temblorosa por el Parkinson en el año 2018, ya adelantaba – en el teatro Caupolicán –que no lo verían vivo otra vez en Chile. Así fue.

Partió antes que Ichazo y después de Larraín. Oscar Ichazo, a quien me refiero en estas líneas, creó la teoría del Eneagrama de la Personalidad. Formando parte de un conjunto de enseñanzas más amplio que él mismo denomina Protoanálisis. Y cuyo fin es la adquisición del Bien Supremo de la Iluminación y la Unidad con lo Divino.

La década de los 70 fue muy prodigiosa en éste tipo de personajes. Al igual que el médico Naranjo, el boliviano Ichazo compartió sus ideas y quehaceres con nuestro ex vecino Sergio Larraín, quien en las pocas oportunidades en  que  se explayaba –tomando un chocolate caliente en compañía de varios oyentes en el centro de Ovalle contaba su historia por Arica y cómo había llegado a Ovalle luego de su paso por esa ciudad, que fue el epicentro de la escuela del mismo nombre.

“Arica Scchool” como es conocida hoy en Estados Unidos y en particular en Nueva York. Fue la creación en los años 70 de Oscar Ichazo. Él identificó las nueve formas en las que el ego personal se fija en las personas durante el período temprano de la vida. 

A nivel emocional, cada fijación se encuentra a su vez reforzada por una pasión o vicio específico. Los cristianos reconocen estas pasiones o vicios como los pecados capitales, opuestas a las llamadas virtudes cardinales. 

Probablemente esa época los años 70 en que campeaba el peruano Carlos Castaneda y sus cuentos de don Juan no volverán. Fueron tiempos y lecturas de juventud.

Hoy la vida se observa desde otra perspectiva pues en los 70 había internet ni celular.

Volviendo Oscar Ichazo, el boliviano que ha motivado este recuerdo les comparto que ha muerto hace pocos días en Maui, Hawai, Estados Unidos.

Su escuela “Arica”, creada en esos años y hoy “Arica School”, prosigue sin embargo como si la muerte del chamán no hubiera ocurrido.

SERGIO PERALTA MORALES 

OvalleHoy.cl