Claudio Constantino Gálvez Álvarez, nuestro amigo y excompañero Liceano ha partido de este plano terrenal, sin duda nos deja una profunda tristeza al saber que ya no lo veremos más, él ya recorre desconocidos caminos para nosotros, pero tenemos la firme convicción que tarde o temprano nos volveremos a reunir.
Claudio nació un 25 de julio de 1971,en Ovalle, a sus 52 años podemos hacer un recuento de una vida feliz, los primeros recuerdos surgen de la voz de su hermana, quien recuerda que de niño vivía jugando y recorriendo la quebrada el ingenio, donde ahí encontró a la pepa, su tortuga, cercano a sus 10 años de edad; amante del campo, los perros y la naturaleza en general, su enseñanza básica la cursó en la escuela n°7, de nuestra ciudad, para luego cursar la enseñanza media en el Liceo Alejandro Álvarez Jofré, es aquí donde comienzan los recuerdos que compartiremos por siempre, la mítica Generación 88, porque somos la Generación Centenaria, comenzamos el año 1985, este caminar juntos, donde Claudio fue parte de una larga lista de compañeros y a partir de esta fecha amigos por siempre, vivimos el festejo aniversario del Centenario, donde comenzaron a afianzarse lazos más fuertes, recorrimos cuatro años de entrañables recuerdos y anécdotas que hoy rememoramos en tu partida.
Sus estudios superiores los realizó en el Instituto Inacap, obteniendo el título de Técnico de Nivel Superior Agrícola, y posteriormente cursa tres años más para obtener Ingeniería Agrícola, a partir de ello se desempeñó en labores del rubro en empresas locales, nacionales y extranjeras donde destacamos su paso por la empresa Mexicana Agroenzimas donde tuvo un destacado desempeño.
Claudio se caracterizó en su vida por ser un tipo afable y cariñoso, siempre preocupado por su familia y amigo de sus amigos, su más destacable característica era su humor, siempre una sonrisa y una conversación amable, era difícil verlo triste a pesar de las vicisitudes que estuviese viviendo, es así como lo recordaremos, me parece verlo en alguna calle paseando a sus perros, en algún rincón de nuestro entrañable Liceo, son muchos esos recuerdos que lo harán estar siempre presente, que el gran Arquitecto del Universo, te conduzca a la luz del Oriente Eterno mi querido amigo Claudio.
Francisco Vargas Vergara