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Incluso mataron a un ex Presidente

El ex – Presidente de la República (1964-1970), Don Eduardo Frei Montalva murió un 22 de Enero de 1982. Treinta y siete años después se determina que el ex mandatario fue asesinado y el juez Alejandro Madrid ha condenado, en primera instancia, a las siguientes seis personas:

Patricio Silva Garín, médico, pena efectiva de 10 años de presidio mayor en su grado mínimo por su responsabilidad como autor del delito de homicidio.

Luis Becerra Arancibia, chofer personal del mandatario e informante de la CNI y Raúl Lillo Gutiérrez, agente civil de la CNI, coautores, siete años de presidio mayor en su grado mínimo.

Pedro Valdivia Soto, médico, cinco años de presidio menor en su grado máximo, cómplice.

Helmar Rosenberg Gómez y Sergio González Bombardiere, tanatólogos, 3 años de presidio menor en su grado medio, encubridores, pena que deberán cumplir mediante la remisión condicional.

¿Debería ser esta determinación judicial una sorpresa para nuestro país? Estimo que no.

No somos pocos quienes teníamos la sospecha que Frei Montalva fue una víctima más de los oscuros días que padecía Chile en manos de las fuerzas que ocupaban nuestro país.

El origen de tal sospecha radica en el respeto nulo por la vida humana y el cotidiano atropello a otros derechos humanos en aquella época. Baste citar los casos más emblemáticos que a lo largo de todos estos años hemos podido constatar:

La Caravana de la Muerte con su estela de sangre de sur a norte, asesinatos de: líder sindical, Tucapel Jiménez, ex General de Ejército Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, ex Canciller Orlando Letelier, 70 campesinos en Paine, diplomático Carmelo Soria, Víctor Jara, periodista José Carrasco, 15 campesinos en Lonquén, caso Degollados, caso Quemados vivos; el caso de los 119 chilenos que la prensa de derecha tituló MUEREN COMO RATAS, Lumi Videla cuyo cadáver fue arrojado al interior de una embajada, Marta Ugarte, amarrada a un riel y arrojada al mar, los miles de detenidos desaparecidos y los miles de torturados, y etc., etc., etc., etc., etc.

Estos y muchos otros casos nos pueden indicar el valor y el respeto por la vida que tenían nuestros auto denominados salvadores.

Dígame la firme, ¿había o no había una costumbre por matar?

Esa sicopatía nos ayuda a pensar que en nada iban a trepidar para saciar su odio y sed de sangre. Por eso creo que no les importó quitar la vida, incluso, a un ex Presidente.

Esta sentencia judicial posee otras dos facetas positivas. Una, nuestros tribunales de Justicia se están poniendo “pantalones largos.” Es lo que debió haber sucedido siempre y con todas las víctimas: Acaba de fallecer Elena Muñoz (96) quien no pudo sepultar a su marido, Sergio Maureira Lillo y sus cuatro hijos asesinados en Lonquén; en Octubre también partió Anita González (1925-2018) esperando el regreso de su esposo, dos hijos y su nuera embarazada, detenidos desaparecidos hasta hoy.

La otra faceta mencionada tiene relación con la posibilidad que este fallo judicial abriría la puerta para investigar y poder identificar y condenar a quien ordenó y a sus cómplices pasivos responsables de toda esta barbarie.  Pero eso es “harina de otro costal.” Ojalá suceda.

Para finalizar mi opinión, permítame anotar una expresión que llegó, de repente, a mis recuerdos. Son esas cosas que ocurren y uno no sabe explicarlas. La registro para no poder olvidarla y que usted, amable lector, me ayude a clarificar si tiene o no relación con todo lo anterior.

“No se mueve ninguna hoja en este país si no la estoy moviendo yo, que quede claro” (13/X/1981) 

Iván R. Anticevic B.

Profesor

OvalleHoy.cl