Un balance positivo arrojaron los recientes JUDEJUT 2018 realizados en Ovalle, donde participaron más de 400 deportistas, Sub 19, provenientes de Perú, Bolivia y de diferentes regiones del norte de Chile y que convirtieron durante una semana a nuestra ciudad en la capital del deporte juvenil transandino.
Esto gracias a una impecable infraestructura deportiva en el flamante Estadio Diaguita, así como la organización de los responsables, entre estos el IND y del municipio ovallino, que ofrecieron a los deportistas locales y visitantes las comodidades necesarias para desarrollar con tranquilidad sus destrezas en las distintas disciplinas.
Todo ello con el aporte del conjunto de la ciudad que brindaron a las delegaciones chilenas y extranjeras convidadas una acogida cálida que sin duda será dada a conocer cuando regresen a sus lugares de origen.
Esto nos hace pensar que nuestra ciudad es un potencial candidato a realizar nuevos futuros certámenes en distintas disciplinas deportivas, en no solo competencias atléticas, sino en otros deportes como el fútbol en distintas categorías.
No obstante eso no es posible dejar de observar los números rojos en esta experiencia: esto por la ausencia de público en las tribunas, y las jornadas deportivas que se desarrollaron con las tribunas casi desiertas.
Los días que estuvimos en el estadio – es decir de lunes a viernes – sólo en dos de ellos pudimos observar la llegada de delegaciones de estudiantes para estar presentes en las tribunas. Dos o tres cursos.
¿Entradas caras? Nada de eso, el ingreso era gratuito.
Lo deseable hubiera sido que las distintas competencias, en especial aquellas en las que tomaban parte representantes de Ovalle y de la región de Coquimbo, hubieren contado con un marco significativo de espectadores en las graderías para alentarlos y crear el ambiente que todo deportista necesita para estimularse.
Habría que conocer los motivos por los que los colegios locales no llevaron a sus alumnos hasta el recinto de la avenida La Chimba, en particular los que están más próximos al recinto deportivo en horas destinadas a clases de educación física.
Es probable que entre esos cientos de potenciales espectadores pudiera haber una decena que, al ver a otros jóvenes de distintas nacionalidades en la pista o en los fosos de saltos – se motivaran para hacer lo mismo y de ahí pudiera surgir una nueva generación de deportistas.
Pero encerrados en sus colegios difícilmente eso puede ocurrir.
Esta es una lección a aprender para que, ojalá, en próximos eventos similares la fiesta sea completa, tanto en el campo deportivo como por el marco de espectadores en las tribunas.
M.B.I.
