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La importancia de ir a votar: no nos podemos restar

Después de muchos meses, llegó la semana decisiva de las elecciones presidenciales, parlamentarias y de core, de éste domingo depende que nosotros como padres podamos elegir en que colegio poner a nuestros hijos y no dejar que una tómbola lo decida o bien, que tengamos mejores políticas públicas en salud, en la creación de más y mejores empleos, en capacitaciones, en sistemas que permitan mejorar la seguridad ciudadana y poder de una vez por todas, quitarle el poder que hoy detenta la delincuencia y en tantas otras áreas que actualmente se encuentran francamente abandonadas

Por lo tanto, si nos preguntamos ¿Qué se juega Chile este domingo 19 de noviembre?, la respuesta es simple y decisiva; lo que nos jugamos como país es la posibilidad de escoger un Gobierno de progreso para los próximos cuatro años, de recuperar la senda del desarrollo económico que distinguió a Chile por décadas y de ampliar las oportunidades para los cientos de miles de compatriotas que con su esfuerzo y trabajo esperan un futuro mejor para ellos y sus familias.

Ya hemos tenido de aprendizaje, más que suficiente con estos funestos cuatro años del Gobierno de Bachelet y de la Nueva Mayoría, en donde sus políticas públicas fueron más un experimento social, político y de gustitos personales que realmente algo pensado para mejor como país; ya con el hecho de iniciar su mandato con la política de la retroexcavadora dejó en claro que no venía a construir sino muy por el contrario a destruir sólo porque le parecía y no porque existiera un fundamento para hacerlo.

Es ahora cuando debemos hacer un último esfuerzo electoral y obtener una victoria importante a nivel presidencial, parlamentarios y cores para así asumir resueltamente los desafíos del futuro, que son muchos; puesto que desde el punto de vista de los objetivos, necesitamos generar las condiciones para que los chilenos vivan en justicia y libertad, desarrollen sus potencialidades y no vean frustrados sus sueños por el lugar donde nacieron o porque les negaron la posibilidad de recibir educación, atención de salud o una vivienda digna.

Debemos tener un especial cuidado y preocupación por los niños antes de nacer, y durante sus primeros años de vida y de estudios; es necesario modernizar el Estado, para que se caracterice por un buen servicio en salud y en todas sus obligaciones y no por un crecimiento desorbitado y un gasto descontrolado; que las plazas, las calles y las casas sean lugares seguros para las familias y ser rigurosos con los delincuentes. En definitiva, se trata de un Gobierno que permita el progreso de Chile para que la gente viva mejor.

 

Que no se repita lo del 2013, cuando la entonces candidata Bachelet, prometía que cambiaría todo, que haría “reformas, no reformitas” y valla que si las hizo, llevando al país al desastre. La reforma tributaria fue un rotundo fracaso, en donde quedó más que claro que el Gobierno no tenía una hoja de ruta clara para cumplir sus promesas, que los cálculos que habían realizado para justificar el aumento de los tributos era suficiente para financiar la educación lo cual no era cierto, puesto que hubo que corregirla y todo esto a raíz de que era una reforma improvisada y que se hizo mal desde sus inicios. Sin ir más lejos la promesa de una educación gratuita y el compromiso de terminar con la selección, el lucro y el copago, quedó en el papel porque después de asegurar gratuidad universal, debió reducir el número de beneficiados a 260 mil jóvenes, pero que en realidad se terminó entregando a 125 mil jóvenes (menos de la mitad de lo prometido y enmendado en el camino); una vez más sus promesas se vieron imposibilitadas de cumplirse, debido a la desprolijidad e improvisación de su plan de Gobierno y que usó una estrategia de prometer mucho más de lo que sería capaz de cumplir.

Podríamos estar largamente enumerando las principales promesas de campaña de Bachelet y la Nueva Mayoría incumplidas, pero no tiene caso. Es mejor que busquemos una solución, que asistamos a votar éste domingo 19 de noviembre, porque si no, otros elegirán por nosotros o al igual que la elección presidencial pasada el abstencionismo será el gran ganador.

Está en nuestras manos a que con nuestro voto el país cambie, a que Chile sea un mejor país, es nuestro deber ir a votar y elegir a quienes puedan cambiar el país para que retornemos la senda del optimismo y del crecimiento; para permitir que Chile progrese en un ambiente de unidad, trabajo, bienestar y seguridad. No permitamos que unos pocos elijan por nosotros.

 

Susana Verdugo Baraona.

OvalleHoy.cl