InicioOpiniónBlogs / Columnas¿La Partícula de Dios?

¿La Partícula de Dios?

   Tarde o temprano, las personas caen en cuenta de que hay malas experiencias que se les repiten conforme pasan los años, y cada vez con una magnitud mayor; advierten de pronto las semejanzas que hay entre los individuos que atraen, o les parece que los sucesos desafortunados se les presentan uno seguido de otro. En el peor de los casos, ven cómo la más temida de sus pesadillas se les vuelve realidad.  

Patricia Badilla, Escritora

   La mayoría no es capaz de reconocer un patrón mental involucrado, tampoco se les ocurre pensar que hay una mecánica detrás de cada evento, ni que éstos son propulsados hacia la realidad bajo sus propias directrices. Menos aún relacionarán un objeto palpable con el que bosquejaron antes en su imaginación.

      Existe una serie de libros que abordan temas sobre la naturaleza de la psique y su realidad desconocida, y que plantean la idea de que cada persona crea su propia realidad conforme a sus creencias.  

    Según Seth *, que es quien dicta este material, de cada conciencia -o de cada mente- emanan unidades de energía electromagnética como reacción a diferentes pensamientos, emociones e imágenes mentales. Estas unidades son los cuantos de luz que componen nuestro campo electromagnético, y los emitimos en un ejercicio tan automático como la respiración.

    Asimismo, las ondas cerebrales estudiadas a través del electroencefalógrafo (gamma, beta, alfa, theta y delta) se definen como oscilaciones electromagnéticas generadas por la actividad neuronal en la corteza cerebral, que es el lugar en donde ocurre la percepción, el pensamiento y la imaginación.

   Investigaciones neurocientíficas sugieren que el cerebro humano podría comunicar entre neuronas alrededor de mil millones de biofotones por segundo, lo cual hace suponer la existencia de un mecanismo que transmite una importante cantidad de bits de información y crea una red de comunicación basada en la luz.

      Por otra parte, Seth habla de “puntos coordenados”, describiéndolos como más pequeños que cualquier partícula conocida por los científicos, pero compuestos de pura energía. Estos puntos surgen de la intersección de los distintos universos -o multiverso, como postulan los físicos- y actúan como los transformadores que suministran mucha de la energía generadora que hace que la creación sea continua. Esta idea implica, por supuesto, que ningún sistema es cerrado, y que la energía transita desde uno a otro.

Los puntos coordenados se clasifican en absolutos, principales y subordinados, y un indicio para su localización es unaminúscula alteración de la fuerza gravitatoria en su vecindad. Estos puntos activan por sí mismos el comportamiento de losátomos al igual que, por ejemplo, el sol ayuda al crecimiento de las plantas.

Los puntos coordenados subordinados son un tema que nos compete directamente, puesto que nuestro espacio está plagado de ellos, y las unidades electromagnéticas -emitidas por el cerebro- que tengan la suficiente intensidad, los activarán.                                               

Seth dice que hay ciertos puntos coordenados que son más favorables que otros (los principales), donde tanto las ideas como la materia reciben una carga más alta; en ellos los edificios tienen una duración mayor –las pirámides, por ejemplo-, y las ideas unidas a una forma resultan prácticamente eternas. Cabe recalcar que todos estos puntos no pueden activarse a través de métodos físicos, sino sólo por “acción” mental.

Hoy en día se habla mucho sobre las alineaciones energéticas que cubren el planeta, un circuito en forma de cuadrícula que afecta al campo magnético de la Tierra. En 1921 fueron bautizadas “líneas ley” por el arqueólogo inglés Alfred Watkins, cuya teoría postula que en la intersección de estas líneas la energía se mueve en espiral hacia un vórtice, generando una corriente que es propulsada hacia el exterior.

Se descubrió que a lo largo de estas líneas existen puntos estratégicos en donde se encuentran ubicados todos los antiguos monumentos, pirámides, zigurats y construcciones megalíticas de la historia, además de bases militares estadounidenses en construcción activa. Son puntos en donde la energía emana con fuerza, y que los ingenieros de la antigüedad reconocían como portales de gran poder. Claramente, son los puntos coordenados principales a lo que se refiere Seth.

Bien, en el año 2012, luego de estudios y experimentos realizados en el Gran Colisionador de Hadrones del CERN, los científicos lograron encontrar el llamado bosón de Higgs, o “partícula de Dios”, que explicaría el mecanismo por el cual las partículas elementales obtienen masa. Este bosón crea un campo denominado el campo de Higgs, y al transitar por él, las partículas recogen la masa que les da tamaño y forma, permitiendo así la aparición de la materia que compone el universo físico.

Relacionando toda esta información, me atrevo a postular que este mentado bosón, esta partícula escurridiza, es la misma unidad de energía electromagnética de la que habla Seth, esa chispa eléctrica que emana de la conciencia y es capaz de echar a andar la intrincada maquinaria cuántica. Por tanto, las ondas electromagnéticas emitidas por el cerebro son el campo a través del cual las partículas adquieren masa para su realización física, obteniendo la energía necesaria de los puntos coordenados subordinados; pues, según Seth, la masa es una forma de la energía, y en su teoría especial de la relatividad, Einstein coincide diciendo que la masa es una forma sumamente concentrada de energía.

    Aunque aquí me refiero puntualmente a la conciencia humana, el espacio está lleno de todo tipo de unidades de conciencia, de tal manera que una red invisible de unidades electromagnéticas (emitidas por estas diferentes conciencias) impregna totalmente la atmósfera; y sobre esta tela de araña y a partir de ella se forman las partículas de materia física.

Para Einstein, la física era la aventura del pensamiento, y tal como él la planteó, explicaría cómo la mente crea la materia a nivel de los cuantos y los fotones. Así pues, las partículas cuánticas se entienden como los patrones de probabilidad sobre los cuales se imprimen los pensamientos, de manera relativa y subjetiva. “El problema de la medición” advierte este hecho, apuntando a que el comportamiento del átomo varía dependiendo del observador.

Seth dice que las unidades electromagnéticas que emanan de la consciencia forman la materia física, y que son los componentes psíquicos básicos de la materia. Entonces, cuando un pensamiento o una emoción alcanzan cierta intensidad, sus aspectos electromagnéticos son arrastrados a través de puntos coordenados comparables a agujeros negros en miniatura, en donde su energía desaparece por un momento, es acelerada inmensurablemente y vuelve a través de lo que se podría llamar un agujero blanco (que es el mismo punto anterior pero ahora de revés), altamente concentrada y devuelta a este sistema de realidad. De esta manera aparecen los correspondientes objetos, condiciones o acontecimientos físicos, independiente de que la imagen mental visualizada sea de desgracia o de fortuna.

Pese a que el nombre partícula de Dios se acuñó como truco publicitario, para el propósito de este artículo calza perfecto. Somos los dioses creadores de nuestra experiencia, artífices de nuestra vida en el sentido más literal. Es crucial entonces examinar y tomar control sobre los pensamientos que emitimos, dejar de enfocarnos negativamente y empezar a ser creadores deliberados en vez de seguir reaccionando ante lo que creamos por defecto, tanto individualmente como en sociedad; pues mientras insistamos en hacer caso omiso de la realidad psíquica de la materia y no asimilemos que tenemos pleno poder para manipularla, seguiremos sintiéndonos como espectadores impotentes de una vida que simplemente nos ocurre.

Patricia Badilla

Escritora

* Anil Seth, académico británico

OvalleHoy.cl