InicioultimasOpinión“Le hice el descuento del adulto mayor”, me dice la cajera alegremente

“Le hice el descuento del adulto mayor”, me dice la cajera alegremente

Ahora cuando voy al supermercado, las cajeras  ya ni me preguntan,  y de inmediato me hacen los descuentos para la tercera edad.

–    Don Mario, le hice el descuento de la tercera edad – me advierten alegremente.

¿ Es que se me nota tanto?

–    Pobre mi papito, que ya está viejito – dice mi hija mayor en plan de bulling cuando lo comento al llegar a la casa.
–    Es que el tatita ya tiene dos nietas y un tercero que viene en camino… – agrega la menor.
–    Aunque se hace el simpático con las cajera, ya lo tienen rochado al viejo verde…

Lo cierto es que con motivo de cumplir los 65 años a inicios de este mes fue objeto de numerosos saludos de amigos y manifestaciones de aprecio a través de Facebook, las que recibí con agradecimiento y no poca emoción. No sospechaba que tuviera tantos amigos.

Todo muy bonito. Hasta que desde la AFP me mandaron los papeles recordándome que cumplí la edad tope e invitándome para que inicie los trámites de jubilación, aunque mi socio, el Angelotti, procura convencerme de lo contrario:

–    ¡Nada que ver socio!. Si usted todavía  tiene cuerda para rato – dice, pero nada más porque tiene miedo de quedar solo a cargo del diario.

–     ¿Y que se va a quedar haciendo en la casa cuando se jubile? ¿O se va a quedar a dar de comida a las palomas en la Plaza, y a escuchar la retreta del orfeón los domingos? Podría inscribirse en un club del adulto mayor – ironiza.

Y ahí estoy ahora, acumulando en mi escritorio decenas de propuestas que han llegado en los últimos días de Compañías de Seguros, de Empresas de Asistencia Previsional y otras  proponiendo lo que hacer con el monto acumulado en los últimos 35 años. “La asesoría que le ofrecemos es sin costo para usted y sin ningún compromiso…”, me aseguran.

¿Cómo diablos averiguaron que ya soy un proyecto de jubilado?

Además me veo obligado a soportar durante el almuerzo al compadre Moncho, con sus diatribas  sobre las AFP, pidiéndome que mejor retire la plata y la ponga en un fondo especial.

–    Saque la cuenta, compadre… si tiene cincuenta millones de pesos podría retirar todos los meses medio palo…  sin mover un peso de su capital ¿se da cuenta?.

Es uno de sus temas favoritos.

Sobre la marcha me habla de las conexiones de Soquimich con mi AFP, la corrupción, los arreglines de bigotes, el desplome de las acciones de la minera en la bolsa, el efecto negativo en la rentabilidad en los sistemas previsionales, en fin.

–    O por último, me presta la plata a mí y yo se la duplico a la vuelta de un año – me dice desde la vereda al momento de marcharse.

En la tarde desde mi escritorio escucho que mis hijas conversan en la planta baja:

–    ¿Pero es verdad que se piensa jubilar, ah? – pregunta una.
–    ¡Qué horror, tenerlo todo el día en la casa. Sin hacer nada! – dice la otra.
–    Bueno, al menos vamos a tener quien nos cuide las guaguas…

Y la gorda interviene desde la cocina:

–    ¿Jubilarse? Que se olvide que va a estar todo el día en la casa sin hacer nada. Tiene que hacer el jardín de nuevo, sacar a pasear a las perras, pintar de nuevo la casa, pasar la aspiradora a fondo todos los días, limpiar las canaletas ahora que se viene el invierno, levantar la pandereta, destapar el wáter que está tapado hace un mes… tiene que hacer todo eso, y otras cosas que me olvido. ¡Jubilar quiere el perla!

¡Uff!!, me digo.

Pero lo que más duele es cuando la cajera del supermercado, esa morena a la que le dedicas tu sonrisa más seductora cuando vas a pagar, te diga alegremente al momento de entregar la boleta:

–    Don Mario, le hice el descuento del adulto mayor.

Tal vez sea hora de ir preparando la bolsita con las migas de pan.

Mario Banic Illanes
Escritor

OvalleHoy.cl