Sr.,Director: Quiero contribuir a través de su diario a que Chile tenga en el futuro una constitución realmente democrática.
Tengo ochenta y siete años, fui medico exitoso. Estoy suscrito a El Mercurio y lo leo casi diariamente desde los veinticinco años, no me explico cómo he aguantado tanto; debe ser por el obituario. Enviudé después de sesenta y cinco años siendo pasto de Isapres, AFP y compañías de seguros. Por la pandemia he sido agredido por cualquier cantidad de “expertos” a través de la televisión y por supuesto la propaganda.
Hace dos o tres meses se me ocurrió colaborar con la siguiente idea acerca de la asamblea constituyente: Chile debe tener unos dieciocho millones de habitantes y si no tomamos en cuenta a los menores de dieciséis años en la asamblea debieran haber representantes de a lo menos doce millones elegidos democráticamente; desde analfabetos que saben hablar y son los que producen, crean riqueza que es aprovechada por otros como ha sido durante miles de años.
Los letrados que impugnan mi idea dicen: que la asamblea está cocinada desde noviembre de 2019. Cierto. Los únicos que no debieran estar en la asamblea verdaderamente democrática son los cocineros y a quienes representan. Estoy mirando las olas de nuestro mar democrático. La primera oleada me indica claramente que ningún uniformado debe estar en la asamblea sí pueden hacerlo los servidores del estado y las empresas.
Debe permitirse que cualquiera que ingrese a una institución armada pueda llegar a ser máximo jefe de la misma. Objetivos de la sociedad democrática: Dignidad, Libertad, Educación, Salud, Trabajo, Vivienda y uso del tiempo libre. Los funcionarios relacionados con la finanza deben disponer de tecnologías de última generación, no olvidar que los robots no tienen a dios en el corazón. El ser humano debe ser propietario de lo que necesita. Los redactores de la constitución deben ser elegidos por los asambleístas.
Dr. G.S.A.
