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Migración & la Nueva Sociedad Chilena

Durante los últimos años nuestros representantes han seguido legislando para una sociedad totalmente distinta a la que vivimos hoy. Las lógicas de gobernanza no han cambiado y eso ha perjudicado a quienes más importan, los gobernados.

Durante el día en el que escribo esta columna (11 de agosto), autoridades del gobierno, específicamente el Ministro del Interior y el de la cartera de Relaciones Exteriores hablaron acerca de la migración a nuestro país, un fenómeno que no es ajeno a nosotros. Yo mismo soy descendiente de migrantes, específicamente catalanes, que vinieron a este país en busca de un sueño. El sueño es el único factor que no ha cambiado en el tiempo respecto de quienes vienen a nuestro país.

Hoy vemos una migración más diversa que nunca, ciudadanos colombianos, venezolanos, haitianos, chinos, dominicanos, entre otros han llegado a nuestro país. Es cosa de caminar unas cuadras en nuestra pequeña ciudad para ver qué tanto se ha diversificado la población de nuestro país en este micro-universo en cuanto a las nacionalidades como las etnias, acentos e idiomas hablados en las calles.

Llama la atención que solo con la diversificación étnica de los migrantes es que empezaran los comentarios negativos sobre la llegada de personas al país. No hacía poco más de 100 años atrás que el mismo gobierno buscaba migrantes de origen alemán o escandinavo para la colonización de los territorios del Sur de nuestro país, incluso habiendo un Ministerio a cargo de esto mismo, llegando al punto de regalar tierras y entregar dineros a esas familias, todo con el objetivo de “mejorar la raza”.

Nuestro país tiene una estelar historia migrante, le tendimos una mano a la comunidad española abatida por la Guerra Civil en ese país durante la década de 1930, lo mismo hicimos con la comunidad turca y árabe que vivía en medio de un conflicto tan grande y horroroso como lo fue la 1ª Guerra Mundial y la subsecuente caída del Imperio Turco-Otomano tras el mencionado conflicto. Sin contar tampoco cómo nuestro país acogió migrantes surcoreanos que escapaban de una brutal dictadura militar en dicho país.

Chile no podría ser lo que es hoy sin su población migrante del pasado, y no podrá desarrollarse sin los migrantes de hoy, que vienen en busca del mismo sueño que quienes les antecedieron: seguridad y una chance a una pizca de lo que construiremos todos juntos como país en este proceso lleno de cambios que se nos viene.

No solo llama la atención el racismo que antes mencioné, ni la hipocresía, al caso de incentivar la migración de un país y no de otro por motivos más allá de las habilidades personales. Llama la atención los datos que esgrimen las autoridades, sin siquiera hacer chequeo ni menos aún estudio mental del impacto que sus declaraciones tienen en las bases de nuestro país que solo tienen acceso a esos comunicados como fuentes de datos.

Dijo el Ministro Pérez (Interior) que “Una vez se levante el estado de emergencia, y se abran las fronteras, el Gobierno estima que llegarán 500.000 migrantes ilegales al país”. Podemos ver de inmediato que esta cifra no tiene sustento alguno, por lo que, si seguimos las estimaciones del INE (1.5 Millones de migrantes a

31 de diciembre 2019 [1]), si llegara la cifra que el gobierno estima, 1 de 4 migrantes en Chile serían irregulares. Esto es simplemente un insulto a la razón humana.

Para analizar objetivamente este fenómeno, así como las posibles soluciones, debemos distinguir varias cosas. Lo primero es que también sería un insulto a la razón el cegar nuestros ojos y tratar de asumir que no habrá migración ilegal, pero es igual de ciego el intentar penarla cuando se sabe que es un fenómeno real y que ocurre principalmente por motivos de necesidad y no de malicia. Por lo que la solución a la migración irregular no es más que permitir que estas personas tengan un camino hacia la regularidad en el futuro, momento desde el cual podría comenzar a contar su periodo de tiempo a efectos de solicitud de ciudadanía en el futuro.

Es inaceptable que quienes ocupan cargos tan altos y con tanto poder se guíen con datos de, cuanto menos, dudosa veracidad. Y mucho menos que estos datos guíen la política pública de un gobierno, debido a que esta puede tener efectos catastróficos en las vidas de las personas y sus familias, al punto de poner su integridad y salud mental en alto riesgo.

Segundo, no podemos tener una posición absolutamente contraria a la migración. Esta es un beneficio a la economía nacional, y al mismo tiempo es una necesidad para la sustentabilidad del estado chileno. Según cifras del INE [2], al 2050 tan solo el 10% de la población nacional tendría entre 15 y 24 años de edad, lo que sería una sentencia de muerte a la proyección económica y de crecimiento del país tanto al corto como largo plazo.

La migración no es un fenómeno extraño, los migrantes son nuestros iguales, personas con sueños y temores, con objetivos y sentimientos, que toman la decisión de dejar todo lo que conocen por detrás en busca de un mejor futuro para ellos y sus familias. Y más importante, todos provenimos de alguien que tomó esa misma decisión en el pasado.

Felipe R. I. Hernández Romero.

Twitter: @FHernandezR14

[1] https://www.ine.cl/prensa/2020/03/12/seg%C3%BAn-estimaciones-la-cantidad-de-personas-extranjeras-residentes-habituales-en-chile-bordea-los-1-5-millones-al-31-de-diciembre-de-2019

[2] https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/poblacion/poblacion-joven-de-chile-cayo-4-2-en-28-anos/2020-08-11/165924.html

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