«El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que el predijo”.
Winston Churchill
Por estos días hace noticia en nuestro país el renombrado Tren de Aragua, una organización criminal que con la venia, inconfesa pero consciente, de la gran mayoría de los gobiernos de Latinoamérica se ha expandido por la región dejando un legado de sangre y muerte.
Su nombre “tren de Aragua”, tiene su origen en un sindicato que controlaba un tramo del tren que atravesaría la el estado de Aragua en Venezuela, obra que nunca llegó a concretarse.
Entre los años 2007 y 2010, miembros del colectivo del sindicato comenzaron a dedicarse a actividades delictivas como robos, extorsión, secuestros, homicidios. Su principal jefe es Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias el “Niño Guerrero”, quién opera desde la cárcel de Tocorón, recinto en el que actualmente cumple condenada desde el año 2018.
Fue en medio de la pandemia y la inmigración ilegal que integrantes del Tren de Aragua iniciaron su ingreso a Chile, operando actualmente en seis regiones del país. Su principal líder en Chile es Carlos González, alias “Estrella”, quién ingresó a Chile el año 2017 con visa de turista, obteniendo el año 2019 una visa temporaria. Tiempos de los gobiernos de la Presidente Michel Bachelet y del Presidente Sebastián Piñera, respectivamente.
En el año 2017, la Agencia Nacional de Inteligencia Chilena – ANI – estaba dirigida por Gustavo Villalobos Sepúlveda, nombrado por la Presidenta Michel Bachelet.
En el año 2019, la ANI estaba dirigida por Luis Antonio Masferrer Farías, quien es reemplazado por Gustavo Jordán Astaburuaga, ambos nombrados por el Presidente Sebastián Piñera.
Por alguna razón “desconocida” la ANI no detecto el ingreso, la presencia y la permanencia en Chile de Carlos González, alias “Estrella”, el cual organizó en nuestro país el Tren de Aragua, actuando impunemente en territorio nacional.
La ANI, existe en Chile a partir del año 2004 – creada mediante la ley 19.974 – siendo la continuadora legal de la Dirección de Seguridad Pública e Informaciones – DISPI 1993 – 2004 -.
La ANI que depende directamente del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, es un organismo de inteligencia del Estado de Chile compuesto por civiles.
La Agencia Nacional de Inteligencia tiene por funciones: “recolectar y procesar información de todos los ámbitos del nivel nacional e internacional y producir inteligencia de acuerdo con los requerimientos del Presidente de la República; elaborar informes de inteligencia, de carácter secreto, para la Jefatura de Estado y a los organismos que esta determine; proponer normas y procedimientos de protección de los sistemas de información crítica del estado; requerir de los organismos de inteligencia militares y policiales información que sea de competencia de la ANI; requerir de los servicios de la Administración del Estado los antecedentes e informes que estime necesarios para el cumplimiento de sus objetivos y disponer la aplicación de medidas para detectar, neutralizar y contrarrestar las acciones de grupos terroristas, nacionales o internacionales y de organizaciones criminales transnacionales”.
Conocidas grosso modo las funciones y jerarquía de la Agencia Nacional de Inteligencia, se puede decir que si falla la ANI es porque falla la Comunidad de Inteligencia en Chile, pues la ANI hace de cabeza del Sistema de Inteligencia del Estado, y es fundamental para la toma de decisiones del Presidente de la República.
La Comunidad de Inteligencia o Sistema de Inteligencia del Estado de Chile, está integrada por la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI); la Dirección de Inteligencia de Defensa del Estado Mayor Conjunto (DID), dependiente del Ministerio de Defensa; las Direcciones de Inteligencia de las Fuerzas Armadas – DINE en el Ejército, DIRINTA en la Armada, DIFA en la Fuerza Aérea -, y las Direcciones o Jefaturas de Inteligencia de las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, es decir, Carabineros de Chile (DIPOLCAR) y la Policía de Investigaciones de Chile (JIPOL). No forma parte de esta Comunidad de Inteligencia el Departamento de Seguridad Interna de Gendarmería de Chile el cual recopila y posee valiosa y cuantiosa información de primera fuente.
Según los últimos hechos conocidos sobre el accionar del Tren de Aragua en 6 regiones del país, y de los grupos narco-terroristas que tienen como zona de seguridad la macro zona sur en la Araucanía, se evidencia que la Comunidad de Inteligencia Chilena se ha visto superada por estos y otros grupos criminales que operan en territorio nacional.
El ciclo de Inteligencia comprende etapas tales como: Planeación, Recolección, Procesamiento y Análisis; Difusión y Explotación; y Retroalimentación de la información.
En el ciclo de Inteligencia, en el caso de la Comunidad de Inteligencia Nacional, algo está pasando en alguna de estas etapas que está dificultando el proceso de creación de inteligencia y contrainteligencia para el Proceso de Toma de Decisiones a Nivel Político-Estratégico. Así ha quedado demostrado, por ejemplo, al no poder anticiparse al Estadillo Social de octubre del año 2019; y a la organización y estructuración del Tren de Aragua en el país, entre otros grupos de crimen organizado.
Las unidades de Inteligencia de las cuatro ramas de las FF.AA., al igual que las de Carabineros de Chile y de la Policía de Investigaciones, aún mantienen en su ADN, parte del legado nefasto heredado de la Comunidad de Inteligencia de la dictadura cívico-militar la cual paso de ser una Comunidad de Inteligencia idónea y profesional, degenerando a una Comunidad de Inteligencia integrada por sicarios y psicópatas, caracterizándose por actos de secuestros, violaciones, robos y asesinatos, ejecutados en contra de una población civil indefensa, dejando por otra parte actuar en la más completa impunidad a los verdaderos enemigos del Estado Chileno, a quienes les permitieron existir y fortalecerse impunemente dentro del territorio nacional.
Por su parte, la Inteligencia del Estado chileno integrada por civiles – la ANI -, cuenta entre sus filas a una gran parte del personal designado por cuoteo político de exclusiva confianza del gobierno de turno, careciendo entonces de agentes idóneos y de carrera, formados profesionalmente en materias de inteligencia, contrainteligencia y seguridad.
Entonces, cuando una comunidad de inteligencia comienza progresivamente – lustro tras lustro, década tras década – a perder su principal activo que es justa y necesariamente la “Inteligencia”, pasa lo que actualmente está ocurriendo en Chile con el Tren de Aragua, y con los grupos narco-terroristas que denominan y controlan la Araucanía.
Actualmente en materia de inteligencia Chile requiere de una “Política de Estado” y no de una “Política de Gobierno” como la que se viene dando hace décadas en nuestro país.
Las políticas de gobierno son transitorias y obedecen a los intereses del colectivo político que se encuentre transitoriamente en el poder en un momento determinado. Por tal razón la inteligencia chilena funciona en razón de la política “tierra quemada”, al cambiar cada gobierno, esto significa que se utiliza la táctica de destruir absolutamente todo lo que pueda ser de utilidad para la nueva administración en materia de información de inteligencia, incluidas muchas redes y agentes reclutados que desaparecen cuando se modifica el escenario.
Así opera la inteligencia en Chile, en función de “Políticas de Gobierno” y no en razón de una “Política de Estado”, todo lo cual ha decantado en que Chile se haya convertido en un país inseguro y un paraíso de impunidad para ciertos y determinados grupos del crimen organizado.
El actual Director de la ANI Luis Marcó Rodríguez, de profesión filósofo y Magister en Relaciones Internacionales en la Universidad de Chile, y Magister en Seguridad y Defensa en la ANEPE, discípulo Gustavo Villalobos, tiene el enorme desafío de reorganizar la Comunidad o Sistema de Inteligencia en Chile, procurando cambiar progresivamente el ADN de las unidades de inteligencia de las FF.AA. y Organismos de Seguridad Pública, hacer la transición de un ADN de sicarios y psicópatas, a un ADN de profesionales en materias de Inteligencia, Contrainteligencia, Seguridad y Defensa del Estado Chileno, como lo requiere el Estado Moderno y los escenarios que presenta el nuevo orden mundial.
Como señala el profesor y analista en inteligencia política Guillermo Holzmann, Chile no cuenta con un Sistema de Inteligencia Nacional, como una exigencia inevitable para sortear con probabilidades de éxito el futuro mediato.
Chile necesita, al igual que en los países desarrollados, contar con una agencia de inteligencia, otra de contrainteligencia, e inclusive una tercera de inteligencia técnica.
Contar con una Comunidad de Inteligencia idónea y acorde a los tiempos modernos permite salvaguardar el Estado de derecho, mantener el orden público, distinguir entre los grupos legítimamente organizados de aquellos organizados con fines delictivos, contar con información y conocimiento útil para la toma de decisiones tanto en áreas de operación interna como externas del país, contribuir a la estabilidad de la democracia, entre muchos otros beneficios para el Estado.
En definitiva, la Comunidad de Inteligencia juega un rol directo y fundamental, ya sea para el éxito o fracaso, en el “Proceso del Poder” en un Estado, vale decir, cómo se accede, adquiere, ejerce, controla e influencia el Poder, en el amplio sentido de la palabra; de ahí la necesidad imperante de contar en Chile con una Comunidad de Inteligencia que actué en función de una Política de Estado en materia de seguridad nacional para el crecimiento y desarrollo exitoso del país.
Por Carlos Francisco Ortiz