InicioultimasActualidadOpinión: Kast o el fascismo de los antifascistas

Opinión: Kast o el fascismo de los antifascistas

Los resultados de la elección del pasado domingo me han dejado mudo. Intuía que Kast podía dar una sorpresa, pero no de la magnitud que la dio. Con todo, me parece que la mayor novedad está en los resultados de las elecciones parlamentarias y en la distribución geográfica de la votación. No dejan de ser sorprendentes los resultados en las regiones del norte, incluyendo la de Coquimbo. Sabía, desde febrero de este año, que la gente del norte estaba hasta la coronilla con la situación migratoria. También sabía que otros tantos estaban desesperados por el vacío de Poder Público que no les permite andar tranquilo de día ni dormir de noche, incluso en poblados pequeños. Pero nunca imaginé que eso se traduciría de manera tan significativa en los resultados electorales.

La candidatura de Kast era, originalmente, una candidatura de nicho que estaba destinada a obtener entre el tres y el cinco por ciento de los sufragios. Su base electoral estaba constituida por católicos ultramontanos y pinochetistas empedernidos. Mirada, desde fuera, era una candidatura testimonial. Basta constatar las peculiaridades de su programa. Dicho esto, la pregunta es la siguiente: ¿cómo llegó a septuplicar sus adherentes?, dicho de otro modo: ¿por qué una parte del bendito pueblo optó por él?

En términos generales (y estos por ser tales admiten un sinnúmero de excepciones) los electores de Kast no están animados por ninguna metafísica trascendental ni por una demonología. Es, simplemente, gente que quiere sobrevivir y salvar lo que tiene. Es gente que se choreó de vivir día a día en la jauría de baja estofa en que se transformó este país hace poco más de dos años.

La necesidad de sobrevivencia es tan grande que en dichos electores dejaron de tener efecto las prédicas de los clérigos (del progresismo, del buenismo, de los derechos humanos y de otras prédicas moralizantes) que a cada momento los amenazan diciéndoles que si no votan por la izquierda radical van a terminar en un infierno fascista.

El hecho concreto es que los clérigos del progresismo perdieron la capacidad de extorsionar la conciencia de una buena parte del electorado. Asimismo, el comportamiento fascista de los antifascistas (que va desde la coerción semántica hasta la violencia callejera) terminó por colmar la paciencia de no pocos electores.

Dicho de otro modo: los electores prefieren el tan mentado infierno fascista al corralón cotidiano en el que devino este país. El responsable de la instauración del avispero y del advenimiento del fascismo es la misma izquierda radical. De hecho, los electores de Kast (muchos de ellos ex-concertacionistas) ya no le temen a la distopía fascista. ¿Por qué? Simplemente porque ahora descreen tanto de las penalidades como de las recompensas paradisiacas que anunciaban los apóstoles del progresismo, con Rojas Vade y Karina Oliva a la cabeza, entre otros, otras y otres.

Evidentemente, dejaron de creer en las profecías progresistas. Como se sabe, la desconfianza es un capítulo muy avanzado de la confianza. Los electores descubrieron (no sin pesar) que los sedicentes antifascistas también se comportan como fascistas. También descubrieron que los supuestos santos eran pecadores, avariciosos e incluso timadores. Por eso no es tan insólito que una parte del electorado prefiera las asperezas del fascismo a la suavidad de los algodones que promete el progresismo.

Por otra parte, hay que tener presente que la ex-concertación renegó de sus logros y, por mero oportunismo, maldijo a sus principios. No se atrevió a condenar categóricamente a la violencia octubrista. Escupió sobre sus valores y sobre sus obras. Al renegar de sí misma, dejó huérfanos, viudas y viudos por todas partes. Abandonó a sus electores mayores de cincuenta años; o sea a quienes fueron jóvenes en los años ochenta y fueron opositores a la Dictadura. De ese modo desamparó a miles y miles de personas. Buena parte de esos electores desamparados son los electores de Kast y otros tantos de Parisi.

Lo que aquí he esbozado es sólo una explicación parcial. No es, obviamente, la única razón de lo ocurrido el domingo pasado. La explicación global es mucho más compleja; tiene múltiples variables. Éstas tienen diferentes ponderaciones en la explicación global. Pero, sin duda alguna, la idea que aquí he perfilado tiene su protagonismo. Asunto aparte es determinar qué lugar ocupa ella en el universo de variables.

Luis R. Oro Tapia

Politólogo

OvalleHoy.cl