Durante muchos años los buses fueron y son el cordón umbilical que me conectan con mis raíces. En esos años era un imberbe estudiante de veterinaria en la Universidad de Chile, en Santiago, ciudad a la cual nunca me acostumbré. Desde mi niñez estaba muy comprometido con mi tierra, aquella áspera y reseca campiña que me vió nacer. Ovalle y su entorno. Ese era mi mundo. Ese mundo que por el norte termina en la Cuesta de las Cardas y por el sur Monte Redondo, ahí cerca de los Mantos de Hornillos, por el este Tulahuén ,y por el Oeste Tongoy. Más allá no existía nada, es decir, no existía ni en mi imaginación ni en mis realidades concretas.
Los primeros acercamientos muy esporádicos con la capital lo hacíamos en Tren el Longitudinal, esos viajes escasos eran un verdadero tormento, cuestas interminables como la de Cavilolén o la del Espino, eran una verdadera osadía poder cruzarla, la maquina en esos años de vapor, subían, más bien trepaban penosamente aquellas empinadas rutas, echando bocanadas de humo por los palazos de carbón con que el fogonero estimulaba su funcionar. Humo pestilente que penetraba en nuestras narices, especialmente en los túneles que agobiaban, nos asfixiaban en su atravieso.
En esos años, Gabriel González Videla, el presidente del país se obsesionó en hacer renacer a su ciudad natal, La Serena, entonces entre otras iniciativa comenzó a construir la carretera panamericana que en teoría uniría a Alaska con la Patagonia. González Videla, privilegió la construcción de la ruta Santiago/La serena. Aquello benefició mi obsesión la de volver a Ovalle, aunque sea por un fin de semana. Todo, muy justificado para mi alma deprimida que sufría de la soledad metropolitana.
A veces los fines de semana, era una oportunidad para viajar al regazo familiar, donde el cariño materno nos esperaba con ese amor de madre, sino que además, con esas ricas comidas familiares donde no faltaba la nota de amor.
Terminado el tramo con una vía que iba orillando el mar, aunque rudimentaria permitía el paso de los primeros buses que se atrevieron a abrirla, en mi caso Santiago/ Ovalle, y los pioneros fueron unos buses franceses de Marca Chausson que dicen había servido en África, en Argelia, entonces los tales buses fueron los primeros en abrir la ruta que me acerba a mi grupo familiar. Con los mismos conductores, los mismos buses, la única empresa chilena/ francesa de nombre épico: “Andes Mar Bus” que servía día a día, el tramo.
Los buses muy primitivos de una solo rueda adelante y atrás, es decir solo cuatro ruedas ,sin baño interior, por lo que dado la distancia a recorrer tenían una parada de una hora en Los Vilos en el restaurant de Milko Vulentin, tiempo necesario para almorzar ,ocupar los servicios higiénicos y continuarla travesasia.En la llegada, en el terminal Ovallimo Ubicado en la calle, Vicuña Mackenna esquina calle Carmen, ahí Camilo “Cacho” Alvarado, reportero de la crónica social del diario” La Provincia”, anotaba la nómina de pasajeros y en especial el motivo del viaje, aquella crónica ocupaba un espacio muy destacado en la prensa local.
Con la economía de mercado, todo cambió en Chile y para bien (Me estoy poniendo Momio); se construyeron hermosos aeropuertos, lo que ha permitido que los chilenos ocupemos los aviones; sendas autopistas, se liberó el mercado de transportes, que dio por resultado entre otros, que gracias a la competencia, nuestras ciudades se encuentran conectadas con Autobuses de un nivel superlativo, del primer mundo. Los” Andes Mar Bus “quedan sólo en mis recuerdos, muy agradecido recuerdos, en aquello años juveniles, aún sin estar destetado me acercaban regularmente a mi tierra, a mi alma mater ,la única que en esa época existía en el mundo ,el mundo de mi ahora lejana juventud.
Guardo de los buses “ Andes Mar Buses”, ”Los rápidos de Chile”, un recuerdo imperecedero, abrieron la ruta, sembraron la necesidad de que el transporte terrestre, más rápido que los FFCC, llenaron una necesidad de incorporar con mayor rapidez la interconexión vial chilena
Cierta vez mi tío Patricio, acompañado De Natita un hombre de su absoluta confianza, que siempre lo acompañaba en las salidas a recorrer los campos , en aquellos años una carretera de una sola pista ,más bien estrecha.Es dable decir que mi tío era de pensar y hablar muy rápido, en contraposición con Natita más bien lento, quizá un tanto lerdo, en todo caso de hablar corto y pausado. Aquel día que regresaban a casa desde Monte Redondo,para tomar la ruta principal debía salir de un lugar estrecho y de escasa visibilidad
Don Pato le dijo a Natita que observara desde el lado sur de la ruta que debían cruzar, venia algún vehículo y ,si tenían la vía libre y así con seguridad cruzarla.
-Natita…natita… fíjate si viene algún vehículo. Fíjate bien… fíjate bien…fíjate bien-.
-ANDE no ma patróoonnnn-.
Entonces mi tio sale raudo hacia el camino confiado de la información de Natita su acompañante. De pronto pasa rozando el móvil un bus que gracias a la pericia de Sergio Garretón, su conductor, no chocó a la camioneta.
Entonces don Pato, muy agitado, muy molesto, le espeto:
– Natita, el bus casi nos mata, estuvimos a un tris que nos atropellaran. Te dije que me avisaras si tenía la ruta libre…¿o se te olvido? –
– Patrón yo le dije…ANDE no mas. Ud., no entendió… le dije que venía el ANDE… El «ANDE MAR BU».
por IVAN RAMIREZ ARAYA
Rucahue / Chomio, región de La Araucanía
29 de diciembre 2024