Vamos por la calle Santiago de Ovalle, entre Independencia y Vicuña Mackenna, cuando un vehículo que sube hacia el norte pasa sobre un montón de ripio que hay en la mitad de la calzada.
Entonces una lluvia de proyectiles de distintos tamaños salen despedidos por los neumáticos del vehículo comienza a golpear contra los muros de los edificios cercanos. Si una de esas piedras golpea la pierna de un niño, un anciano e incluso cualquier persona adulta, podría rompérsela o causar grave daño.
¿Qué ocurre? Que una empresa en los días anteriores hizo excavaciones en la calzada y luego la cubrió con tierra y ripio, tal vez pensando en pavimentar en los días siguientes.
Un vecino del sector que ese mismo día sube un texto a su cuenta de Facebook denunciando el asunto (“¡Como se les ocurre dejar estas verdaderas trampas y no solo para los vehículos, los peatones que circulamos por aquí hemos visto como saltan las piedras al pasar los autos. Esperamos que dañen a alguien para hacer las cosas bien?) nos señala que el lunes llegó un vehículo de seguridad ciudadana cuyo conductor se bajó, miró e hizo una serie de llamados telefónicos.
“Pero me imaginé que después de mi conversación con el señor (hoy) tendría letreros de aviso y prevención. Pero al parecer sacaron algunas piedras y nada más”, nos dice hoy.
Tiene razón, lo menos que puede hacer la empresa encargada de los trabajos es instalar mallas protectoras y letreros que adviertan a los conductores del obstáculo y evitar que las piedras se dispersen por el pavimento.
M.B.I
