Unos atribuyen esta invasión nocturna en los hogares de la ciudad al terremoto y posteriores réplicas que han derrumbado antiguos edificios , presunto hábitat de estos insectos. ¿Cuál es la realidad y que riesgos tiene su presencia para la población y las viviendas?
Algunos, como Héctor Herrera, de la población Limarí, recuerdan que para el terremoto de Punitaqui, 1997, también en los meses posteriores ocurrió un fenómeno similar, lo que ha hecho a no pocos asociar la invasión con este fenómeno telúrico.
Lo cierto es que en la mayoría de los hogares de la ciudad las dueñas de casa tienen que sacar a diario un promedio de una docena de estos alados invitados, que duermen durante el día en cualquier rincón para despertar durante la noche, atraídos por la luz infrarroja de las ampolletas. Y luego chocan una y otra vez contra la ventana o la ampolleta de la lámpara del velador, etc.
Laura Contreras, dueña de casa de la Población Pacífico nos envía un mensaje: “Tengo miedo que estos bichos me terminen de apolillar la casa y se metan a los closet y se coman la ropa. ¿no podrán las autoridades hacer algo?”, pregunta.
Consultamos con Paolo Gecele, jefe provincial del Servicio Agrícola y Ganadero de Limarí, quien nos explica que esta “invasión” es recurrente en esta época del año, aunque reconoce que en esta ocasión ha sido mayor. Eso talvez por factores climáticos, como lluvias tardías, temperaturas, etc, y el aumento de vegetación en los alrededores de la ciudad.
Porque precisa que esta polilla, contrariamente a lo que se cree, no habita en las viviendas sino que en el pasto donde deposita sus huevos, los que eclosionan con la humedad y la llegada de las altas temperaturas.
Este insecto, de la especie Noctuidae, una vez que se transforma en mariposa , es de hábitos nocturnos y busca las viviendas de los alrededores donde existen luces de ampolletas encendidas.
Gecele hace notar que este tipo de polilla (a diferencia de su pariente menor, la de la ropa) se alimenta de raíces, pasto , hojas, etc, y no de madera. “De manera que no hay temor que vaya a causar daño a las casas o a las ropas. Lo único es la molestia de tenerla volando por sobre las cabezas en el interior de la casa”, añade.
Hace notar que estos ciclos son relativamente breves, y en el término de un mes o mes y medio comience a decrecer. Algo parecido a la invasión de mariposas de múltiples colores, que se observa cuando se visita lugares abiertos en los alrededores. Aunque también es posible que estas sean sustituidas en los meses siguientes por otra visitante menos agradable: las termitas, que son unos insectos parecidos a grandes hormigas, pero alados , que cada cierto tiempo invaden los hogares y que por su voracidad sí son un peligro para las construcciones.
De manera que , por lo que se ve esta polilla no tiene nada que ver con el terremoto, ni entraña un riesgo para su casa y su ropa. Lo que sí tendrá que armarse de un poco de paciencia con este inesperado visitante hasta que decida marcharse y desaparecer de manera espontánea.