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¿Por qué ser liberal?

La actividad política está muy desprestigiada y no nos interesamos mayormente en ella y quienes participan atienden su interés  particular y no por el  común. No la entendemos, ya sea por falta de cultura política, por los cambios naturales de su evolución y por las componendas que contradicen sus líneas políticas fundacionales.  Lo dicho confunde y desorienta al elector y los aleja de participar en política. Lleva a que populistas se metan en política, solamente, como una manera de adquirir mayor poder y beneficiarse de la actividad. Por eso es fundamental ser más activos, adquirir mayor cultura política; saber distinguir de un partido serio de uno instrumental, porque siempre están apareciendo partidos que se arrogan ser defensores de la libertad, de la democracia y la igualdad, cuando en la práctica sus objetivos son distintos de lo que plantean.

En cuanto a las diversas corrientes políticas, tenemos, el conservadurismo, nacido como reacción a la Revolución Francesa libertaria. Movimiento que, se caracteriza, por una actitud de oposición a todo cambio súbito y drástico; en su miedo a todo cambio y evolución. En abierta oposición a los anteriores, tenemos a los liberales —de los Whig ingleses— doctrina que inspiró a los próceres de la libertad de América del sur, de los de Estados Unidos y de su constitución que todavía perdura en esa gran nación. Su ideario, se caracteriza, porque son partidarios de la sociedad libre, la libertad individual y económica. No miran al pasado, sino el futuro. Aunque sus objetivos no estén enteramente conseguidos, persisten; como es introducir drásticas y revolucionarias innovaciones. Se caracterizan, por salvar los obstáculos que impiden el libre desarrollo, como es la burocracia que paraliza a los estados; manifestado, a través de purgar las imperfecciones de las instituciones sociales y públicas. Les interesa  la buena dirección de sus políticas, más que cuán difícil y lejanas debe impulsarlas. Cree en el mercado y las fuerzas que la regulan, pero, tratándose de un sistema social regido por seres imperfectos, esta doctrina libertaria, produce menos males que otras.

La libertad económica que propician los liberales, no se trata de libertinaje, pues, Adam Smith, desde un comienzo, puso restricciones para que el mercado opere apropiadamente, como es contar con una adecuada competencia para que el mercado sea tal.

Pero el liberalismo europeo, de tipo racionalista, le allanó el camino al socialismo. A partir de la Revolución Francesa, le dio un mayor protagonismo a este último respecto al liberalismo. En su implantación, en la Europa Sovietizada, el liberalismo, comenzó a trasmutar su filosofía. Pero el socialismo, en el tiempo, resultó un experimento demagógico y totalitario; en su actuar, tremendamente cruel, pues demandó inmensos e inhumanos sacrificios. Todo para que en su etapa terminal, caer por el peso de su propia incompetencia. El único aporte de tan desdichado intento, fue la demostración clara de que, el liberalismo, con sus imperfecciones, contradicciones y defectos… tiene la ventaja, de ser posible de remediar desde sí mismo. Esta doctrina, lleva en su intimidad, el mal que podría matarlo, pero la libertad de quienes lo viven, es el bisturí que cura sus males. Los socialismos, con su rigidez, se  mantienen vivos a costa de la mentira desarrollada con su especial dialéctica y, por el militarismo, que lo mantiene en el poder por la opresión y la consiguiente la pérdida de la libertad. Se demostró, lo anterior, porque su vitalidad fue muy efímera…bastó un pequeño soplo de libertad, para que todo el entramado de mentiras y maldad cayera… para jamás levantarse.

Pareciera que el socialismo ha hecho ya su paso por la historia de la humanidad. Aún cuando, su ideario, es la preocupación por  las injusticias sociales que, muchas veces, han sido ciertas e inexcusables, pero tal preocupación, es sólo lírica;  sin el aporte material de la iniciativa privada, creadora de la riqueza, no es posible el progreso que necesita del desarrollo. Igual, si restringimos, la libertad, aunque sea de a gota en gota, en cada ley que aprueban van poniendo su sello restrictor que va menguando la libertad. Conocido sus resultados, lo anterior, y de inmediato, en los países, va generando desconfianza e inseguridad…y el decaimiento del progreso.

Los socialistas, han asumido la misión fácil de repartir y, así cada vez que  gobiernan, crean gastos sociales que se mantienen  por un tiempo, hasta que con los recursos acabados, la sociedad, de nuevo, recurre a los gobiernos liberales para volver a llenar las arcas capaces de sostener el reparto. Culpa de nuestro sector, es no mostrar la sensibilidad social que nos permitiría crear una sociedad más justa, sin  la amenaza anarquizante de los socialismos utópicos y depredadores.

Los conservadores en su ideario político, de mantener el statu quo, su actuación, es más de reacción que de iniciativa, pero cuando la libertad está amenazada reaccionan para defenderla; también, a través del tiempo, han tenido influencia de corrientes políticas más activas, mostrado preocupación social. Reaccionan al estímulo de otros actores políticos y actúan como espejos que imitan la actuación de otros. Antaño fueron los liberales quienes los hicieron reaccionar, después lo radicales, los demócratas y a comienzos del  1.900 los partidos y corrientes marxistas que ocuparon el escenario político chileno. Al término del gobierno de Jorge Alessandri y el triunfo de Freí Montalva, los conservadores y liberales, formaron un partido de unidad, el Partido Nacional, de borrascosa vida interna que se unió por la libertad amenazada y que terminó dando lugar a R. N. y la UDI.

Hasta los días que vivimos, se echa de ver cuán lejos estamos, de la unidad que necesitamos de quienes creemos en la iniciativa privada y la libertad de emprendimiento. Para luchar por ello, quienes no estamos en la política diaria, no entendemos qué poderosas razones impiden a nuestros dirigentes sobreponer el ideario fundamental que, es nuestra bandera; para sobreponerse a los intereses pequeños que parecieran dominar el horizonte político y, los quieren refundar la nación, demoliendo lo avanzado. Lo que no es poco. A la par, es más que necesario, separar aguas entre el dinero y la política; controlar la corrupción y la intervención estatal y municipal; evitar el aporte del exterior de las ONG y de las empresas nacionales e internacionales; construir alianzas con partidos y movimientos afines que encarnen los principios de la libertad, pero conservando la individualidad que es propia de cada uno.

No sacamos nada, en política, de apoyar a los que se dicen progresistas, si no consiguen el progreso, porque sus políticas que propician son erradas…pues están ya probadas y con ellos perderemos hasta la manera de andar. Si los dejamos participar, a los populistas y corruptos sin sancionarlos, no tenemos que quejarnos. En cambio, ser liberal, es promover los cambios, ser innovador a partir de la experiencia sin destruir lo avanzado… sin sacrificar su identidad que se consigue con libertad.

Rodrigo Carmona Castex                                              

Ovalle, 20 de enero del 2015

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